viernes, 23 de agosto de 2013

Terapias y espejos - Paula Duncan

Viernes; cayendo la tarde, el cielo se cubrió de densos nubarrones presagiando lluvia, él estaciono el coche al costado de la vía, bajo y cerro todo muy bien, conecto la alarma y comenzó a caminar la cuadra que le faltaba para cruzar las vías, a mitad de camino comenzó a llover tan fuerte y con gotas tan grandes que dolían, busco refugio, en la esquina había una casa al parecer abandonada, corrió y cuando estaba llegando a la esquina choco con fuerza con una mujer…
Viernes cayendo la tarde, el cielo se nublo de repente, comenzó a llover y ella no conocía el barrio, tenía una dirección confusa, lo único claro es que tenia que cruzar las vías, casi no ve las gotas de lluvia se lo impedían, tenia frio; un frio raro era desde los huesos a la piel, comenzó a correr y al llegar a la esquina chocó con un hombre…
Se miraron sorprendidos, se pidieron disculpas y en ese momento arrecio la tormenta casi era imposible estar parados, no había demasiado lugar donde guarecerse los truenos y los relámpagos convertían todo en una escena de terror, el toco la puerta casi por intuición y se abrió crujiendo; entraron muy despacio pero no había nadie, solo telarañas y muebles viejos cubiertos con telas, se miraron por primera vez y sonrieron “al menos acá no llueve” dijo el ella asintió todavía con algo de miedo.
 Recorrieron la estancia, abandonada pero no demasiado sucia, era agradable con algunos cuadros y lindos murales, destaparon un sillón para descansar hasta que parará de llover, ella le conto que era maestra en un barrio carenciado de chicos con demasiados problemas sobre todo con la droga y la falta de contención ; el la escucho interesado, solo le conto que se dedicaba a los fletes desde hacia algún tiempo, nada le dijo sobre lo que estaba tratando de dejar atrás, la distribución de estupefacientes
 Encontraron una puerta enorme tallada con pequeños seres del bosque donde se escuchaban murmullos; la abrieron y en medio de su asombro entraron en una sala con muchos espejos chicos grandes ovalados rectangulares, al pararse delante de alguno veían una parte de su vida pasada, y ahí se enteraron cosas del otro que no habían querido contar; cuando llegaron al mas grande les mostro el futuro inmediato de ambos, y se los vio en una reunión con otras personas, cada una con algo especial que contar, y con la convicción de que juntos podrían llevarlas a cabo, se dieron cuenta que había pasado mucho tiempo y ya no llovía, pero era tarde para ir a donde se dirigían, salieron ella lo saludo bondadosamente y el algo asombrado le contesto muy formal, todavía no podía saber si lo que paso era cierto.
Viernes ya de noche, la lluvia había lavado las hojas de los aboles dejándolas brillante y con nuevos brotes, ella se apuró a volver a su casa y salir de ese barrio desconocido, se dijo “el próximo viernes llegare con tiempo a mi primera reunión de terapia” pensó en lo sucedido y se sonrió.
Viernes ya de noche, la lluvia lavó las hojas de los arboles dejándolas con un brillo especial, el se apuró a volver a su coche, pensó con antipatía en su vida, y decidió cambiarla para siempre, se dijo” el próximo viernes llegare tempano a mi reunión de terapia, ahí encontrare ayuda” pensó en lo sucedido, y se confundió aún mas, pero una extraña tranquilidad se apoderó de él…


Acerca de la autora:   Paula Duncan

3 comentarios:

centurion dijo...

PERFECTO RELATO..DE UNA PREDICCIÓN

centurion dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
centurion dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.