domingo, 7 de julio de 2013

Bucólicas - Héctor Ranea



El pasto todavía está mojado a esta hora y yo sé que salen los escarabajos, las lombrices, los bichos moros, las chinches y las vaquitas de San Antonio y que los pájaros carpinteros se vienen a comer al parquecito porque está rebosante de platos deliciosos. Los veo. Son tres que junto a un hornero deben estar comiendo hasta hartarse. Sólo me ven cuando estoy a dos pasos de ellos. Dos de penacho rojo junto al hornero vuelan con cierta dificultad hasta el gingko bilova casi desnudo a esta altura del año. Se posan en una rama con una sola hoja de ese amarillo alucinante. El otro, de espaldas amarillas, espera a que esté más cerca para decidirse a volar o no. Al próximo paso que doy camina cansino, está seguro de que no le voy a hacer daño. Me sonrío. Me enternece que hasta los pájaros me conozcan en mi jardín. Los otros tres gritan, casi confundiéndose en el coro, tan similares sus voces. Nos miramos largamente. Estoy tan cerca que no puedo creerlo. Yo tan grande, él pesado de lombrices y otros bichos. Tanta poesía hay en esa mirada. Pero a esta hora estoy con hambre. Los felinos no podemos aguantarnos tanta saliva en la boca.


Acerca del autor:  Héctor Ranea

2 comentarios:

Mayra dijo...

Un final inesperado, digno del gran Ranea. ¡¡¡¡MUY BUENO!!!!

Ogui dijo...

¡Gracias, Mayra! Un honor...