martes, 2 de abril de 2013

La presa - Ana Mulet


Un gorrión se interpuso, durante unos segundos, entre mis ojos y el esférico sol, su pequeña silueta, parecía una sombra chinesca, sobre el azul del cielo.
El bosque oscuro , denso me esperaba.
Ni un soplo de aire, ni el mas ligero movimiento de una hoja, mancillaban el silencio absoluto...
Mire hacia el camino que sinuosamente, giraba y se enroscaba en dirección a mi casa, justo donde mis pies rozaban el sendero, respire profundamente, adelante un pie y luego otro, hasta que mi mano, rozo el tronco del mas cercano de los abedules, su tacto suave, húmedo y frió me hizo recordar las algas marinas y el vientre de algún cetáceo gigante.
Seguía caminando, los troncos de los abedules, estaban cubiertos de hongos y líquenes oscuros, de aspecto pétreo, mire hacia sus copas y no pude ver ni un retal de cielo, de ellos pendían lianas del color parduzco.
Saque un pedazo de chocolate, de mi bolsillo y lo devore en segundos, no podía aspirar a algo mejor, la oscuridad empezó a crecer, ya no podía mas, sentía entumecidos los músculos de mis pantorrillas, el aire parecía estancado olía a podredumbre.
Contuve un sollozo, que sonó como el chirrido de una vara de metal arañando el asfalto.
Esa ausencia total de cualquier tipo de sonido externo, me estaba empezando a descomponer los intestinos y los nervios. Cuando pensaba en que ya no podía estar peor, sucedió...
Algo se estaba moviendo lentamente, algo indefinible lleno la oquedad de la nada, era un olor envolvente, dulce, vital.
Me resultó grotescamente familiar.
¡Era un odio enorme, casi tan alto como los árboles!
¡Estaba atrapada!
Ella ocupaba todo el maldito espacio a mi alrededor.
Supe que nada, ni nadie, podría salvarme... no tenia permiso...
¡Eran las enormes garras... de mi madre!

Acerca de la autora:  Ana Mulet

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