Alicia se encuentra cenando en el mejor restorán de Buenos Aires
acompañada por Luis, su amante. Saborean un exquisito postre bañado de
miel. La ventana está abierta, la cortinas son movidas por una suave
brisa que viene del río y por ella se cuela una bandada de avispas
africanas que se abalanzan sobre el plato, y conforme liban van
aumentando de tamaño. Ella es alérgica.
—¡Socorro, sáquenmelas de encima! —grita Alicia.
Los
mozos y comensales enfrentan a las invasoras con cubiertos, trinchantes
y botellas rotas. Las lancetas se convierten en espadas y la batalla se
generaliza. Corren la sangre de los humanos y los fluidos de los
hymenópteros; se empapan manteles y vajilla. Alicia, afectada por las
picaduras, se ha hinchado hasta convertirse en un gran balón rojo. Luis,
acurrucado en un rincón y protegido por una columna, toma el teléfono
móvil guardado en el bolsillo del saco, y digita, febril.
—¿Amanda?
Divina, ¿cómo estás? ¿Qué te parece si nos encontramos para cenar...?
Solo una pregunta previa: no sos alérgica a las picaduras de avispas,
¿verdad?
Acerca de los autores:
María Ester Correa Dutari
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