Cuando el tiempo no existía, o más bien cuando el tiempo era tierra de suelo y naturaleza, conjunción concentrada en manantiales y esteros, la Pachamama la fundó en sus sueños. No una vez. Tres veces. Guiada por Amaru, serpiente alada que atrapa la vitalidad del agua en ríos o vertientes y lleva los componentes de la vida escrito en sus escamas, la ubicó a la derecha del río que atraviesa la llanura. La hizo a su imagen, sencilla y proveedora, pero por sobre todo fecunda. Le donó su esencia femenina que engendra y proteje.
Con la sapiencia de lo inevitable y los dolores del inicio, amalgamó formas, tradiciones, razas y creencias. Fusionó deidades, santos, vírgenes, pueblos originarios, conquistadores, aventureros, música, bailes, rezos y alimentos.
La soñó eje del sincretismo cultural del norte y centro de Argentina: Ciudad Madre de Ciudades y cuna del folclore.
La Pachamama aun duerme y sueña. La Muy Noble Ciudad de Santiago del Estero la cobija en su regazo.
Tomado de:
http://elhuecodetrasdelaspalabras.blogspot.com/
Sobre la autora:
María Pía Danielsen
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