domingo, 2 de septiembre de 2012

El destino – Héctor Ranea


—¿Qué es lo que lo ha llevado, profesor Nostragamuz, a presentarse de tal guisa?
—Finalmente, he decidido mostrarme detrás de un holograma de “Los comedores de patatas” porque mi integridad ha sido puesta en juego.
—¿Pero es eso cierto, Nostragamuz?
—Mire usted, trato de ser veraz, generalmente. Usted podrá no verme bien y confundirme, pero soy el mismo, sólo que hecho holograma protector. Me proyecto en usted como una red de pesca de huevos de mosquito.
—¿Los mosquitos comen huevos?
—No estoy en condiciones de revelar el mundo microscópico. No es mi objetivo. Quiero decir al mundo algo mucho más importante y por eso quieren matarme.
—Es que es una noción escalofriante, profesor. Usted de escalofríos sabe.
—¡Ni que lo diga! Soy de vidrio... Mire, señor periodista, mientras usted me está escuchando, yo viajo al interior del mundo para averiguar sus secretos y sacar la última información para sacudir el presente con la estructura del futuro. Vea si no es trascendente lo mío.
—Pero ¿”Los comedores de patatas”? ¿Lo tomarán en serio, profesor?
—Para mí, hasta eso es poco vital. Soy tan retorcido que prefiero “Los comedores de patatas” a “El moulin de la galette”.
—Por cierto, ¡qué comparación!
—Estupenda, ¿verdad? Verdaderamente, soy un genio comparando.
—A propósito, profesor, ¿cómo cree que se manifestarán las fuerzas que se oponen a usted?
—Calculo que harán que me descontrole, que me de miedo.
—El miedo los reparará ¿es así?
—¡Excelente, periodista! Usted es brillante.
—Gracias, pero he venido a hacerle una entrevista. Dígame: ¿es cierto que si un holograma es destruido, cada pieza seguirá representando lo mismo?
—En cierto sentido es así. Celebro su conocimiento. Pero, lo siento, la representación será de menor calidad.
—Entonces podría haber muchos profesores Nostragamuz, pero menos brillantes.
—Podría decirse, metafóricamente, que es una interpretación correcta.
—Pues entonces, ¡toma maldito! Un buen piedrazo te convertirá en infinitos Nostragamuz estúpidos.
¡Crack!
—¿Por qué hizo eso, periodista infiel?
—Porque seguí sus predicciones, me compré acciones de la compañía van Gogh de neumáticos usados, de Cubitez, de hielos a la deriva, de Pinchex, de reutilización de látex sexual. Además, me compré billetes de lotería terminados en 97 como dijo usted, le aposté a Gran Lorenzo campeón, le jugué a las patas de un caballo que se llamaba Nostragamuz pero que era peor velocista que una peonza. Por eso lo rompo, ¡adivino de siete monedas en la fuente! ¡Tome, tome, tome!
¡Crack! ¡Crack! ¡Crack!
—Lo que me ha hecho entrar en la duda, porque maltrecho como estoy aún puedo dudar, es si usted ha tenido en cuenta que así como estoy en este cuadro, también tengo sucursal en “Las meninas”.
—¡Agh! ¿No me diga? ¡Me tengo que convertir en un iconoclasta!
—Me temo que sí. Es más, no le quepa duda de que no le va a ser sencillo reducirme. Se ha convertido en un destructor de hologramas sin destino.
—¡Válgame el solsticio de invierno!
Y desapareció sin onomatopeyas.

Acerca del autor: Héctor Ranea

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