martes, 8 de mayo de 2012

Los observadores actúan – Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman


No veo nada. ¿Observo? ¿Estoy observando? Nada. ¿Me puse los anteojos? No. ¿Por eso no observo? No es por eso, me parece. Corrijo: no. Observo. Asevero: sí. ¿Qué asevero? A Severo lo invitaron a un spa; fue con Seguridad. La pasaron bomba, pero ni siquiera eso es seguro, a pesar de la severidad que observaron Severo y Seguridad. Vino la FBI y se los llevó a Guantánamo. ¿Acusación? ¡Vaya uno a saber! ¿No se permiten bombas ni para el amor, tal vez? Tal vez. ¿Tequila doble destilado? ¡Claro! ¿Qué otro? ¿Tequila en Plaza Garibaldi? ¡No!: Michelada. ¿Tragedia?: no. Ellos se las ingeniaron para transmutarse. Severo dejó de lado toda su severidad y se cachondeó de lo lindo. Seguridad desmoronó las defensas y se dejó cachondear de lo más lindo, todavía, si tal cosa es posible. El voltaje de los orgones fue en ascenso y los gringos tuvieron que rendirse ante las evidencias: Probada y Refutada Evidencia, primas de Severo y Seguridad. Las primas, solícitas, se apersonaron en la base y produjeron un descalabro en la Infantería de Marina a pura teta descubierta y buenos culos, ¿Camisetas?: usaban húmedas en la primera fase de aproximación. Miles de presos políticos aprovecharon la volada y volaron. Pero esa es otra historia.
—¿Ustedes quieren hacerse famosos incestuando en las propias barbas del Imperio? —Probada no podía contener la risa. Refutada, en cambio, observaba a sus eróticos primos con el ceño fruncido.
—¿Qué bicho le picó a esta? —dijo Seguridad señalando a su prima con el dedo. Alrededor, los marines descompuestos eran arreados hacia los hangares para repatriarlos.
—El bicho del mezcal —repuso Probada sin dejar de reír.
—¿Y el señor? —preguntó Refutada reparando en mi presencia por primera vez desde el inicio de este cuento.
—Soy un físico que observa, a pesar de que olvidé los anteojos.
—Su físico deja bastante que desear —dijo Severo ante la mirada atónita de Refutada—. Pero ya que con la US Navy no se puede contar, ¿no tiene un amigo que se anime a dulcificar a Refutada?
— ¡Por supuesto! Ya mismo llamo a mi amigo.

Acerca de los autores:
Héctor Ranea
Sergio Gaut vel Hartman

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