jueves, 17 de mayo de 2012

La tormenta - Chinchiya P. Arrakena


Soy el viento. Soy las hojas que van en él, dispersas, frenéticas, bailarinas, muertas. Soy el agua que cae, inmisericorde. Soy el rayo fugaz y mortal, soy el trueno con su voz de monstruo hambriento. Ella corre. El paraguas se le da vuelta y prueba arreglarlo, pero las ráfagas le estropean el esfuerzo. Lo suelta, y él se va violentamente de su mano, como los pájaros desamparados y los murciélagos desorientados en esta tormenta. Ella tropieza en un pozo lleno de agua. Grita, pero su voz se ha ido con el viento. A lo lejos, a la luz de un relámpago, ve una pareja que intenta refugiarse en la entrada de una casa. Decide ir hacia allá aunque está lejos, ya que en la plaza el agua cae casi en forma horizontal. ¿Será un tornado? No, soy yo, la tormenta, con toda mi energía desplegada. Me he llevado la luz de la ciudad, dejando a la gente con los ojos abiertos de par en par, escrutando la noche a ver qué sucede. De vez en cuando les regalo escenas de destrucción, como para que no quieran observar más, acompañadas por un sonido que aterra a perros y a niños por igual. Ella corre y atraviesa el parque que parece eterno. Los charcos se están transformando en arroyos turbulentos. Las hamacas se sacuden, haciendo chirriar sus cadenas. Los bancos, imperturbables, se llenan de ramas y basura que ha volado. El relámpago cae cerca, el árbol se rompe y el tiempo parece detenerse. Ella y yo somos una. Sus ojos llenos de agua, mis ojos llenos de miedo, la luz del momento, la madera mojada que cede y cae. El “¡crrraaac!” que hacen el tronco y mi cráneo. La tormenta se calma. Ya ha sido saciada. Y yo, libre, puedo volar como una hoja.

Acerca de la autora:
Chinchiya P. Arrakena

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