martes, 13 de diciembre de 2011

Buena - Raquel Barbieri


Buena como Lassie, más buena que el pan, buenaza la buena moza, buenísima a la hora de enamorar y hacerse desear, buena amante, buena mandarina, buena pieza… nadie tiene la total certeza de cómo pueda ser ella; sólo sospechas, alguna corazonada, una impresión teñida de la personalidad de quien la perciba malamente, o la idealice al extremo. Buena mina, no jode, no grita, no contesta, no mató a nadie… como si la bondad se limitara a no matar, como si la bonhomía se tratara de tan poco. Buena para nada… así la llamaba su madre, una mujer por completo ajena al lenguaje de los sentimientos.

Buena porta un nombre raro que no la acompleja tanto estéticamente, como el hecho de que la hace sentirse en extremo responsable y comprometida a llevar una vida santa que no le va del todo, que no le sale naturalmente. Ha confesado sentir como un palo incrustado en su columna que la obliga a estar siempre derecha y erguida, aún cuando querría tirarse en el suelo a descansar, a rodar, a ensuciarse y despeinarse, y reír a las carcajadas casi obscenamente.
Ella cree que nadie llamada así tiene derecho a quejarse, gritar, maldecir, arrepintiéndose o no, a golpear con el puño una mesa o la pared, y llorar de bronca, impotencia, capricho o simplemente, llorar por el síndrome premenstrual, por no tener ganas de decir siempre que sí a todo. Y en su interior, ella es una persona distinta que muchas veces habría respondido con un no rotundo y en volumen bien audible.

Buena suele tener malos pensamientos, algunas veces, no tan a menudo en comparación con otras personas, pero ella no lo sabe y se siente la peor de todas… Se cree una malpensada criatura. Demasiado exigente consigo misma, prefiere autoexigirse para no dañar a los demás, para dejar a todos contentos y que nada sea su culpa. Se castiga para no castigar, y no se da cuenta de que si dejara fluir su ser más auténtico, no estaría castigando a nadie y ella se sentiría liberada de esa vara rígida en la espalda. Hasta sería más agradable y también feliz, pero no se da cuenta y actúa en base a su pobre interpretación de un nombre incoherente que le pusieron bajo los efectos de un porro compartido por sus padres el día que la anotaron.

Buena chica, good girl, te mereces una galleta por ser obediente, aunque tu madre te descalifique. Toma tu galleta y vete al rincón a chuparla un rato, quizás más tarde le hinques el diente. Good girl… sí, ella vive la vida como si tuviera un guión escrito con apuntes detallados de la puesta en escena, y va revisando a ver cómo se desarrolla la trama para ser agradable y no molestar. Va marcando con un lápiz grueso las partes ya cumplidas, y sigue escribiendo los siguientes capítulos para que encajen perfectamente dentro de su esquema prefabricado, en donde para ser buena, hay que sufrir.
Acerca de la autora

1 comentario:

Florieclipse dijo...

¡Y vaya si hay un montón de Buenas por ahí! Excelente cuento.