lunes, 7 de noviembre de 2011

Lo celeste – Pablo Moreiras


Lo celeste nace de la insondable profundidad del horizonte, del más allá de su levante, de las tierras más al este, de sus ignotos mares, valles y montañas. Lo celeste viene arrastrando su túnica hasta este mundo llano, hollado de cenizas y rastrojos, macilento como el sol en su denuedo cada tarde, donde también cabe la sombra reverdecida de una esperanza ardiente y calma.
Lo celeste, ese lugar adonde vuelan los pensamientos más leves y pesados, sus largas colas cual cometas de palabras, las emociones que trascienden la recia cárcel de la carne y su secreto; lo celeste, red que se extiende y expande como una verdad indescifrable, arrastrando todo instante memorable, todo destello o latido superiores, dignos de la memoria primero y su postrero olvido eterno.
Lo celeste anida en las oscuras horas del sueño y de la muerte, en su urgencia de llama e incendio, en su paciente y segura marcha absoluta y triunfal sobre el ajado calendario de los muertos de los muertos, para luego renacer, triunfo de los días, más allá de todo lo vivido.
Lo celeste son tus ojos, y tu vestido a veces, y tu pañuelo que vuela por encima de los árboles, y tu sonrisa rota por el blanco de tus dientes, y tu vientre, lo celeste a veces, el insomne sueño de tu vientre que crece desde las raíces de tu sexo y de mi sexo, desde tu deseo y mi deseo, porque a veces lo celeste es el amor, y otras sin embargo, la indiferencia de los dioses.
Y lo celeste, más allá de este pobre parlamento, es la excusa que yo tengo ahora, tan sólo ahora para quererte, así, de manera tan ciega, tan ignota, tan oscura y espiralmente celeste celeste celeste, cual misterio que trasciende las fronteras de la pura carne y la materia.

Tomado de: http://sevendepoesia.blogspot.com/


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