lunes, 24 de octubre de 2011

La expedición A-543 – Ildiko Nassr


Adelita salió de la nave añorando su lugar de nacimiento. Volvería en algunos años, si la expedición A-543 resultaba exitosa.
—Comandante, el buscador señala que en aquella dirección podremos encontrar agua. —Era su asistente personal.
Cambiaron el rumbo hacia donde indicaba el buscador. Se tropezó con algo y cayó.
Temió lo peor. Una quebradura desembocaría en la frustración de la misión.
Su asistente utilizó el escáner incorporado en su red para diagnosticar a su jefa. No encontró ningún hueso roto, pero no pudo levantarse de inmediato.
Pasaron varios minutos que, para ella, inmersa en su dolor, fueron como siglos, hasta que logró volver a su actividad.
Ninguno de los tripulantes se animó a abandonar la nave y correr en auxilio de su flamante comandante. Demostrando así, la disconformidad con el nombramiento de Adelita.
Tal actitud funcionó como un poderoso tónico para la mujer, que no sólo se puso en pie, sino que giró hacia sus acompañantes y los saludó con una mano.
—Cronos 235, amigo, dame los resultados de tu escaneo. Y reoriéntame hacia el sitio al que nos dirigimos.— El robot verificó los datos y se los reiteró a su comandante.
Ambos siguieron con la difícil caminata, muy atentos a cada uno de sus pasos.
Desde la nave, los supervisaban con cámaras; razón por la cual Adelita decidió permanecer en silencio y aguantarse el dolor.
Ella no sabía muy bien a qué se debía el disgusto de su tripulación.
Su abuela había sido una elegida en 2012, después del fin de un ciclo. Y ella, ahora, era la elegida para llevar agua a los habitantes de la Tierra. Era la tercera galaxia que exploraban. Y los hombres empezaban ya a alucinar. Era agotador tener que mantener el orden.
Los pocos elegidos que habían sobrevivido al 2012 ahora estarían muriendo de sed y librando batallas interminables por el agua, como históricamente habían hecho por la tierra o por el petróleo. Adelita pensó que era inherente a la raza humana la pelea. Era distinto con Cronos y los de su especie, aunque habían sido creados y programados por humanos.
De repente, un estruendo. Los habitantes de ese planeta impedían su exploración con poderosas armas. Adelita y Cronos 235 empuñaron sus armas y se defendieron. Ella pensó en el fin de una misión que se desarrollaba adecuadamente.
Quiso comunicarse, para explicarles la razón de su estancia allí, utilizando la cámara y el proyector que Cronos tenía en el talón. Les explicó la necesidad del agua para salvar a la Tierra. El fuego cesó inmediatamente.
A los enemigos, el agua no les interesaba. Ellos necesitaban arena para su supervivencia. Lograron una negociación para cambiar arena por agua.
Así, Adelita se ganó el respeto de su tripulación y pudo volver a la Tierra, con nuevas aventuras para contarle a su anciana abuela.

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