Todos querían su parcela en la luna. Brasileños, argentinos, chilenos... nadie podía, ni debía quedarse atrás. Pronto también salvadoreños, venezolanos, cubanos, mexicanos y colombianos -todos ellos con verdaderas razones para querer exiliarse- rompieron sus alcancías para reunir 51 dólares para comprar un título de propiedad y un pasaporte a la luna. Cuando todos los compradores, centro y sudamericanos, estuvieron en el camino celeste para ocupar su propiedad, el american way of life extendió sus tentáculos y se dispuso a ocupar las tierras abandonadas en menos de lo que un tonto llegó a la luna. El american way of life, por fin, se convertía en un sueño de todos.
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