La imagen de la Plaza del Ayuntamiento es espectacular, los pamploneses y visitantes vestidos completamente de blanco, como manda la tradición, y con los pañuelicos rojos en la mano, disfrutan de los momentos previos al chupinazo.
Cuando tan sólo faltan un par de minutos para llegar a las doce, huele a alegría, a fiesta, a vino, a pacharán, a charangas, a ganas de disfrutar.
Al ritmo de clarines y timbales, los congregados levantan ahora sus pañuelicos, en triángulo, sobre las cabezas para cubrir con un manto rojo la Plaza.
Me uno a ellos dando brincos de alegría y como cada año me vuelvo a emocionar. Unas lágrimas caen recorriendo mis mejillas.
En el balcón, prenden la mecha del cohete y segundos después, estalla, para júbilo de la multitud.
¡Pamploneses! ¡Pamplonesas! ¡Viva San Fermín! ¡Viva!
Por primera vez, a kilómetros de distancia, beso una estampita del santo y bajo el volumen del televisor para que los vecinos no me llamen la atención.
Tomado de
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David Moreno
1 comentario:
¡Ahh! Me rompes el corazón. Tradición y terruño, una mezcla estrujante. Muy bello.
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