Empecé a escribir cuando supe que tardarías en regresar. Las agujas en mis dedos vuelan sobre el papel y dibujan el camino de los días. Se amontonan los rollos esperándote.
Ahí vas Ulises. Te unirás a otros tiranos despechados y el rencor los arrojará contra las costas de Troya.
¿Y yo?
Que volverías pronto, prometiste. Que ellos eran débiles y no resistirían el poder aunado de los héroes de Grecia, dijiste. Que Helena arrepentida rogaría por volver, creíste.
Apenas pasaron dos lunas cuando mandaste el mensajero con la noticia. Tardarías; ellos saben defenderse y no caen los muros.
Una mezcla de nostalgia y encono empezó a derramarse sobre el apergaminado sepia y desde entonces no dejo de escribir y de entramar los hilos.
Espero que logres regresar; que los cantos de sirena, la fuerza de los cíclopes, la magia de Calipso, no te venzan; que vuelvas a Ítaca, a tu hogar, y leas.
Así sabrás de tu hijo, de sus primeros pasos, de su largo aprendizaje junto al sabio de Atenas, de su modo de amar. Sabrás que un día quiso ir en busca de su padre, pero encontró la muerte al llegar al límite del mar. Un abismo de sal lo envolvió en la negra soledad de Hades.
Serás un viejo solitario, Ulises. El cansancio o la muerte me alejarán de aquí algún día y aún no habrás regresado. Cuando por fin te sientes en tu silla, cuando en tu cama se arrope tu cuerpo envejecido, espero que te abrigue esta extensa melancolía de papel y que tu vida haya valido la pena.
¿La mía? Sólo una larga carta de amor desangelado.
Fernando Puga
1 comentario:
Me encantaría escribir así
Excelente Fernando
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