Vivo en el bosque. Entierro los cadáveres de los hombres comidos por la peste. El otro día encontré a una mujer con un niño. El niño estaba muerto, pero ella lo sostenía contra el pecho. Quería amamantarlo. Colocó su pezón en la boca helada y comenzó a canturrear en un idioma cuyas palabras desconozco. Le quité el niño y chilló. Si el mundo permitía una escena tan absurda, ¿por qué impediría lo que hice con la joven? No se resistió a mi peso. Sé que todo el tiempo estuvo mirando el cuerpo del hijo. La dejé cuando el sol caía. De esto han pasado varias lunas.
Toco mis axilas. Me han brotado los primeros golondrinos y la fiebre comienza a escalar el cuerpo. ¿Quién es la joven? ¿Por qué me observa desde el umbral de la choza? Su imagen se desvanece. Me angustia saber que en el corazón de este yermo nadie habrá de enterrarme.
2 comentarios:
Precioso. No sé que más decir. ¿Lo bueno si breve...?
tenderistheword.blogspot.com
Muy bueno.
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