1
...Creí haber visto a Polia en los torcidos corredores: un poco de su velo rojo desplazándose al doblar un cruce en la penumbra; algo de su cabellera sangre, atraída a las alturas por extrañas fuerzas. Otros Polifilos gesticulan acerca de raudos avistamientos de una figura sinuosa, de clara piel tersa; de unos ojos-abismo en donde precipitarse, acaso un atajo a la Salida. Polia es el corazón de nuestros extravíos en el Laberinto. Pero cuando descanso de mi marcha-existir, cuando me hago un ovillo en algún rincón de los pasillos grumosos, mi cuerpo desnudo no sueña nada.
El Ángel me ha acariciado. Primero se escucha su reptar por las alturas de los muros del laberinto; luego asoma su cabeza-cíclope, la piel estirada en su cráneo con pinzas metálicas, como un dragón humano. Cuando te advierte escapando en los corredores del Laberinto, te pregunta enigmas en una lengua ignota. Sí no gesticulas lo esperado, desenrolla una lengua con espinas metálicas y te acaricia con ella la piel. Es una agonía deliciosa la producida por su contacto místico: he tenido suerte, he perdido solamente un brazo, un ojo y la nariz…pero he ganado en sabiduría, al escuchar su voz de anciano/a augurándome las rutas de mi próximo extravío.
Ahora que he cruzado el umbral veo todo desde mi nuevo sitial más elevado en el Laberinto: ahora soy el Ángel, y persigo a los pobres Polifilos en su eterna búsqueda de Polia etérea. Insensatos. Desde aquí arriba, el Laberinto se aprecia mejor: la verdadera Salida es siempre una Entrada. En el firmamento pútrido, las fauces enormes han llegado a pronunciar mi nombre: repto y extiendo mi lengua bulbosa hacia las alturas en agradecimiento; las fauces del firmamento vomitan fetos de luz verde, divina, y me sonríen. Sí, ¡Qué bello es vivir!
2
Buscando a Katia se internó en el laberinto Alexis. Transitó durante mucho tiempo, alimentándose de gusanos metálicos y savia de los muros infectos. Reposaba sus extravíos mirando el pútrido cielo: el vuelo de las mantarrayas emplumadas; la parsimoniosa levitación de las morsas acéfalas. Hecho un ovillo abrazado a sus harapos, soñaba: Katia recuperada, difuminándose con él en penumbras turquesa.
Pronto fue hallado por el Ángel. Al inicio, susurros en los sombríos pasillos rojos. Poco después la hórrida cabeza deformada con alambres, asomada desde los muros del Laberinto. Alexis sintió la lengua extensible del engendro- sembrada de puntas de diamante- enroscándose en sus miembros. El Ángel, entonces, le propone su enigma: - ¿Cuál es la verdad del mundo-.
Alexis musita su desesperanza: escupe –Mentira y Nada
El ángel vencido cae. Se estremece en rítmicas convulsiones. Grotesca figura danzando otredades. Agoniza. Un último lengüetazo. Arrastra a Alexis a sus fauces. Lo devora. Negrura. Mentira y Nada.
Cuando Alexis recupera la noción de las cosas, contempla a Themia, sembrada entre hielo y vapores, extendiendo los brazos hacia el cielo y con la boca abierta, esperando. He aquí el Umbral, he aquí la ruta a Katia, abismo de ojos negros, cabellera de pureza nocturna. El laberinto se estremece. Las fauces aguardan: ¿te atreverás? Alexis se acerca a Themia en el centro del Laberinto. Se asoma a su boca, aquel nido de vientos ominosos, resplandores y fosforescencias. Cortinas rojas agitándose en una dimensión extraña. Ausencia. Una lagrima de ácido que nadie ve caer. Almas tomadas de la mano difuminándose en penumbras turquesa. El llanto eterno del Niño. La mirada de Themia- ojos en blanco- boca umbral- aguardando. Mentira y Nada. Nunca.
3
Un páramo de cenizas y huesos, sembrado de rostros humanos. Sus lenguas erectas y largas crecen como tallos húmedos bulboso carmesí, ansiando la lluvisalicorrosiva de las sonrientes fauces del firmamento. En la lejanía brumosa, ballenas con rostro de anciano agonizando en llamas, maldiciendo en dialectos arcanos; dilatados camellos con cabeza de pez avanzando ciegamente y rasgando con sus apéndices la nata contaminada de la atmósfera. En las entrañas del mundo, el Niño lerdo y furioso balbucea. Su voz se torna lentagrotesca y cavernosa, cual si fuese la voz de un demonio, delirando el tiempo. Alexis avanza. En la distancia, una mujer desnuda señalando algo: le sonríe. En sus ojos, mandíbulas, en su boca, una cíclope mirada parpadeante. Alexis observa lo señalado: se mira a sí mismo, con el deforme rostro estirado hacia atrás con grapas metálicas. Chorreando lágrimas y sangre, le señala. ¿Aceptas?
En las alturas, Xipe-Totec se ve sorprendido por una levitante morsa acéfala. La bestia arroja varios huevos de luz tibia fragmentada. Al caer eclosionan. Siluetas luminosas se incorporan de allí. Se abalanzan sobre Xipe-Totec, quien, incapaz de escapar padece. Su lengua extensa de puntas de diamante arrancada sin piedad. Pronto la morsa acéfala deja caer su ano tubular y absorbe a Xipe-Totec junto con los humanoides de luz, y dirige su vuelo hacia las Fauces hambrientas del firmamento. Se ofrenda a ellas. Las Fauces muerden y desgarran la dulciamarga blandura. Al saciarse, sonríen.
Fija al muro, como un relieve antiguo y sangriento, la criatura sufriente tiene en sus labios el beso frío de la Dama roja. En algún lugar, una flor canela se agita ante el brillo de una estrella azul. En un manicomio, una joven autista responde a la caricia de un epiléptico torturado, y le sonríe. Alexis entonces, muerde los labios falaces, rasga y escupe. Polia boca mutilada sangrante se arranca los delicados velos enloquecida. Desaparece. Alexis mira como una mano pálida emerge de la tierra quemada y sujeta los labios sin boca. Como un grotesco títere la mano le habla con ellos. ¿Quién habla?, Alexis rompe el muro. Escapa.
En el Laberinto, la cola arrancada del Ángel se estremece y repta durante mucho tiempo hasta encontrar a Themia, sembrada con los brazos al cielo y la muda boca abierta. La cola sinuosa sube hasta allí y se interna en ese hueco profundo de vientos. Themia se agita. Chilla. En las entrañas del mundo el Niño loco ríe. Del cuello de Themia ha emergido otra cabeza. Gesticulan. Se hablan. Te dicen. Mentira y Nada. Ahora estás en Dite.
...Creí haber visto a Polia en los torcidos corredores: un poco de su velo rojo desplazándose al doblar un cruce en la penumbra; algo de su cabellera sangre, atraída a las alturas por extrañas fuerzas. Otros Polifilos gesticulan acerca de raudos avistamientos de una figura sinuosa, de clara piel tersa; de unos ojos-abismo en donde precipitarse, acaso un atajo a la Salida. Polia es el corazón de nuestros extravíos en el Laberinto. Pero cuando descanso de mi marcha-existir, cuando me hago un ovillo en algún rincón de los pasillos grumosos, mi cuerpo desnudo no sueña nada.
El Ángel me ha acariciado. Primero se escucha su reptar por las alturas de los muros del laberinto; luego asoma su cabeza-cíclope, la piel estirada en su cráneo con pinzas metálicas, como un dragón humano. Cuando te advierte escapando en los corredores del Laberinto, te pregunta enigmas en una lengua ignota. Sí no gesticulas lo esperado, desenrolla una lengua con espinas metálicas y te acaricia con ella la piel. Es una agonía deliciosa la producida por su contacto místico: he tenido suerte, he perdido solamente un brazo, un ojo y la nariz…pero he ganado en sabiduría, al escuchar su voz de anciano/a augurándome las rutas de mi próximo extravío.
Ahora que he cruzado el umbral veo todo desde mi nuevo sitial más elevado en el Laberinto: ahora soy el Ángel, y persigo a los pobres Polifilos en su eterna búsqueda de Polia etérea. Insensatos. Desde aquí arriba, el Laberinto se aprecia mejor: la verdadera Salida es siempre una Entrada. En el firmamento pútrido, las fauces enormes han llegado a pronunciar mi nombre: repto y extiendo mi lengua bulbosa hacia las alturas en agradecimiento; las fauces del firmamento vomitan fetos de luz verde, divina, y me sonríen. Sí, ¡Qué bello es vivir!
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Buscando a Katia se internó en el laberinto Alexis. Transitó durante mucho tiempo, alimentándose de gusanos metálicos y savia de los muros infectos. Reposaba sus extravíos mirando el pútrido cielo: el vuelo de las mantarrayas emplumadas; la parsimoniosa levitación de las morsas acéfalas. Hecho un ovillo abrazado a sus harapos, soñaba: Katia recuperada, difuminándose con él en penumbras turquesa.
Pronto fue hallado por el Ángel. Al inicio, susurros en los sombríos pasillos rojos. Poco después la hórrida cabeza deformada con alambres, asomada desde los muros del Laberinto. Alexis sintió la lengua extensible del engendro- sembrada de puntas de diamante- enroscándose en sus miembros. El Ángel, entonces, le propone su enigma: - ¿Cuál es la verdad del mundo-.
Alexis musita su desesperanza: escupe –Mentira y Nada
El ángel vencido cae. Se estremece en rítmicas convulsiones. Grotesca figura danzando otredades. Agoniza. Un último lengüetazo. Arrastra a Alexis a sus fauces. Lo devora. Negrura. Mentira y Nada.
Cuando Alexis recupera la noción de las cosas, contempla a Themia, sembrada entre hielo y vapores, extendiendo los brazos hacia el cielo y con la boca abierta, esperando. He aquí el Umbral, he aquí la ruta a Katia, abismo de ojos negros, cabellera de pureza nocturna. El laberinto se estremece. Las fauces aguardan: ¿te atreverás? Alexis se acerca a Themia en el centro del Laberinto. Se asoma a su boca, aquel nido de vientos ominosos, resplandores y fosforescencias. Cortinas rojas agitándose en una dimensión extraña. Ausencia. Una lagrima de ácido que nadie ve caer. Almas tomadas de la mano difuminándose en penumbras turquesa. El llanto eterno del Niño. La mirada de Themia- ojos en blanco- boca umbral- aguardando. Mentira y Nada. Nunca.
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Un páramo de cenizas y huesos, sembrado de rostros humanos. Sus lenguas erectas y largas crecen como tallos húmedos bulboso carmesí, ansiando la lluvisalicorrosiva de las sonrientes fauces del firmamento. En la lejanía brumosa, ballenas con rostro de anciano agonizando en llamas, maldiciendo en dialectos arcanos; dilatados camellos con cabeza de pez avanzando ciegamente y rasgando con sus apéndices la nata contaminada de la atmósfera. En las entrañas del mundo, el Niño lerdo y furioso balbucea. Su voz se torna lentagrotesca y cavernosa, cual si fuese la voz de un demonio, delirando el tiempo. Alexis avanza. En la distancia, una mujer desnuda señalando algo: le sonríe. En sus ojos, mandíbulas, en su boca, una cíclope mirada parpadeante. Alexis observa lo señalado: se mira a sí mismo, con el deforme rostro estirado hacia atrás con grapas metálicas. Chorreando lágrimas y sangre, le señala. ¿Aceptas?
En las alturas, Xipe-Totec se ve sorprendido por una levitante morsa acéfala. La bestia arroja varios huevos de luz tibia fragmentada. Al caer eclosionan. Siluetas luminosas se incorporan de allí. Se abalanzan sobre Xipe-Totec, quien, incapaz de escapar padece. Su lengua extensa de puntas de diamante arrancada sin piedad. Pronto la morsa acéfala deja caer su ano tubular y absorbe a Xipe-Totec junto con los humanoides de luz, y dirige su vuelo hacia las Fauces hambrientas del firmamento. Se ofrenda a ellas. Las Fauces muerden y desgarran la dulciamarga blandura. Al saciarse, sonríen.
Fija al muro, como un relieve antiguo y sangriento, la criatura sufriente tiene en sus labios el beso frío de la Dama roja. En algún lugar, una flor canela se agita ante el brillo de una estrella azul. En un manicomio, una joven autista responde a la caricia de un epiléptico torturado, y le sonríe. Alexis entonces, muerde los labios falaces, rasga y escupe. Polia boca mutilada sangrante se arranca los delicados velos enloquecida. Desaparece. Alexis mira como una mano pálida emerge de la tierra quemada y sujeta los labios sin boca. Como un grotesco títere la mano le habla con ellos. ¿Quién habla?, Alexis rompe el muro. Escapa.
En el Laberinto, la cola arrancada del Ángel se estremece y repta durante mucho tiempo hasta encontrar a Themia, sembrada con los brazos al cielo y la muda boca abierta. La cola sinuosa sube hasta allí y se interna en ese hueco profundo de vientos. Themia se agita. Chilla. En las entrañas del mundo el Niño loco ríe. Del cuello de Themia ha emergido otra cabeza. Gesticulan. Se hablan. Te dicen. Mentira y Nada. Ahora estás en Dite.
2 comentarios:
Este Dite que has creado, espeluznante, me aterra aún mas ( si la expresión no vale sí vale el sentimiento) que el original.
Bravo, Jesús!
Un universo alucinante...
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