Tanto trastear con virus letales, y aquí estamos… La guerra biológica concretó una de las pesadillas más recurrentes del cine gore. Ahora vagamos entre las ruinas de la ciudad devastada. El hambre hace que desconfiemos unos de otros: no se comparten ni la comida ni su localización. Si nos topamos en la calle, nos golpeamos hasta caer rendidos, aunque no podamos volver al sueño del que nos han despertado las cepas mutadas.
Se rumorea que todavía hay alimento en las colinas. Pero, ¿cómo saber si no se trata de una mentira para despistar? Y aunque el dato fuera cierto, ¿qué haremos cuando se acaben los comestibles? Cada día hay más bocas famélicas.
Sí, todo es muy similar a esas viejas películas, que hasta pronosticaron nuestros movimientos desarticulados. La coincidencia sería total si no fuera por un detalle: los zombis somos dolorosamente conscientes. Recuerdos, temores y anhelos resucitaron junto con nuestros cuerpos fétidos.
Hallaremos a los últimos humanos vivos. Partiremos sus cráneos, morderemos y succionaremos.
¿Y luego? Un crescendo musical siniestro. Y los títulos, trepando sobre una toma aérea de la metrópoli arrasada.
2 comentarios:
Impresionante...muy gráfico, como a mi me gusta...
Muchas gracias, Titán!!!La idea era que fuera medio cinematográfico. Qué bueno: parece que se logró... Un saludo ;-)
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