miércoles, 2 de marzo de 2011

Arroz negro sobre escritorio símil madera – Héctor Ranea


Menuda sorpresa esta mañana. Llego a la oficina, abro la puerta y, en el medio de mi escritorio, un arroz negro, lo que vulgarmente se conoce como sorete de laucha (le dije que era vulgar) o, un poco más fino, bosta de ídem. Miré para todos lados y la autora, claro, no estaba.
—¡Maldita sea! —murmuré—. Lo volvió a hacer.
Pero el roedor, tísico por añadidura, me respondió con su vocecita estúpida:
—¿Y dónde querías que la metiera? ¿Te crees que las lauchas no tenemos derecho a defecar? ¿Acaso yo miro dónde mandan sus deposiciones ustedes?
—Pero, ¡justo en mi escritorio, carajo! ¿No podías elegir el escritorio de otro?
—Es que a usted le conozco, le tengo confianza. Los otros tirarían la bosta a cualquier lado. En cambio sé que usted dispondrá de ella ecológicamente y lavará el lugar como corresponde. Sé que usted se preocupa de seguridad e higiene.
—Lo tienes todo estudiado, laucha de mierda.
—No; es mierda de laucha.
Ahí me salió una especie de animal prehistórico dentro de mí, supongo que el dinosaurio que a veces me despierta mientras amanece y le tiré con el manual de constantes químicas y físicas de la Chemical Rubber Company, dos mil diez y siete páginas estilo papel biblia con un tamaño tres veces y media la longitud de la laucha de bigote a cola. Le erré.
—Gracias por interesarse por mi formación superior —me comentó el roedor—, pero me gustan más las ciencias sociales.
—¿Y que mierda… perdón… que carajo haces acá, en un Instituto de Fisicoquímica, laucha sin perdón?
—¿Cómo dice? ¿Este no es el instituto de ciencias sociales?
—No. Si me tenía tan estudiado sabría eso y mucho más.
—Es que se lo digo a todos, discúlpeme. Es deformación profesional.
—Sólo por ese engaño merecería que la mate —y ahí le tiré con un tremendo libro sobre óptica cuántica de tres kilos en papel brillante.
—Le puedo dar clases sobre esto —me dijo—, porque, a pesar de que mi interés es otro, soy especialista en fotones.
—¡No me joda que estoy nervioso!
—Los nervios no lo van a ayudar. Vea a su médico a ver qué le dice.
—No quiere ni verme.
—¿Ve lo que le digo? ¡Cálmese, hombre! ¡Soy sólo un animalito sin otro objetivo que cagar cuando puedo comer!
—¿Y qué comió?
—Bueno… bajas calorías. Había un libro acá, no sé si lo recuerda.
Me horroricé.
—¡¿No me dirá que se comió mi Tesis?!
—Me imagino que tendrá respaldo, ¿no?
—¡Bestia!
—Dígame algo que no sepa… Estaba bastante sabrosa. El Selenio le da un sabor especial, necesario para bajar esa porquería sin calorías…
—¿Y la redujo a ese arrocito negro?
—Y… más sustancia no tenía, le juro. Su Tesis era una mierda de entrada. Además, estaba mal.
No intenté matarla más. Me tiré del acantilado. Esto es una grabación.

6 comentarios:

El Titán dijo...

Carcajadas genuinas, creame, Ranea, usted es un cómico de primera...

ariel dijo...

Decididamente genial, vaya mi saludo envidioso
jorge ariel m

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

Coincido. Desopilante. Jocoso. Sandunguero. Ocurrente. Wimpinesco.

Ogui dijo...

¡Eso! Un homenaje a Wimpi... ¡Gran Maestro! Gracias El Titán, Ariel y Sergio...

Caselo dijo...

Lo disfruté muchísimo. Muy buen manejo del sentido del humor. Felicitaciones. Tengo dos textos en mi blog los que me animé a utilizar el humor. Comparto los enlaces:

Variaciones para un monólogo

Pasos en falso

Un saludo

Carlos Eduardo Rojas Arciniegas, Caselo

Mayra dijo...

Muy bueno!!!!!