—¡No lo puedo creer! ¡No es posible!
—¿De qué hablás?
—Mirá la tele. Ese periodista especializado en sectas satánicas está entrevistando a un flaco disfrazado de cura o algo así.
—La tele miente, muñeca, volvamos a lo nuestro.
—Pero es que no lo puedo creer. Está diciendo que van a hacer otra religión porque están en contra de la que lidera el coso ese del Vaticano.
—¿Estás escuchando eso?
—No. Lo leo abajo.
—A eso no le des bolilla. Si te interesa más de lo que te digo levantá el volumen y escuchalo.
—Pará, nena. No te pongas así. Es que no puedo creer lo que estoy leyendo.
—La que no te puede creer soy yo. ¿Me cambiás por un flaco disfrazado de…? —Se dio vuelta para mirar la tele—. ¡Ese tipo se parece al flaco Marzini, el de “Rentas presuntas”! ¿De qué se disfrazó?
—¿Ves lo que te decía? Es imposible que esto esté pasando.
—No me extrañaría que no esté pasando, te digo. ¡El flaco Manzini líder de una religión! No puedo creerlo.
—Ahora te enganchaste vos…
—¿Y qué querés? El flaco es el último tipo al que hubiera pensado como religioso… Además, es un nabo.
—Subamos el volumen. Quiero saber qué dicen.
—Explicaba usted, licenciado, que proponen una nueva religión. ¿Cómo es que llegan a ese punto y por qué la llaman religión?
—Llegamos por una cuestión elemental. Si uno que es papa puede elegir santos, ¿por qué no puede hacerlo otra hortaliza, otra verdura?
—Usted está confundiendo los términos, licenciado.
—¿Viste que te dije que era un nabo?
—¡Shhh! Dejame oír.
—Para nada. Nosotros, los nabos, queremos elegir santos y los santos los elegimos de acuerdo a nuestros propios cánones. Después de todo, ser papa no indica superioridad ni prevalencia. Y ahora que hemos tomado conciencia del asunto, en la huerta se ha producido cierto revuelo, qué quiere que le diga.
—Sigo insistiendo en que se pasaron de la raya, amigo.
—¡Ustedes los periodistas especializados ven todo con ojos del dogma! Nos acusan de sectarios, pero los nabos también tenemos derecho a elegir santos y sanseacabó.
—¿Y por qué no cualquier zapallo, o tipos a los que todo les importan un pepino?
—Ya hablaremos de eso en su momento.
—¿Y los que sólo pueden ser calificados de zanahorias?
—Detecto cierto aire de suficiencia en usted, algo que sólo engendrará violencia.
—Mire, la verdad es que le hacen un flaco favor a las causas de integración. Esta es una burla.
—¿Burla? ¡Ya va usted a ver cómo será su vida sin lechuga o cebollas! ¡Y vamos por más!
—No use ese lenguaje revolucionario para expresar estas zonceras. Ustedes son la antítesis del pensamiento. No sé por qué me mandaron a hacer esta nota. —Mira hacia la cámara con aflicción, se muerde el labio inferior y sacude la cabeza.
—Este nabo está completamente del tomate.
—Los tomates son los que están volando contra el periodista.
—¿Quién los tira?
—Nadie. ¡Están volando solos!
—Estos de efectos especiales hacen cualquier cosa.
—¡Te digo que no! Los tomates vuelan solos.
—Bueno, querida audiencia —dice el periodista especializado— como pueden ver, la intolerancia de los nabos asociados hace que me bombardeen…
—¡Los tomates han venido a salvaguardar mi pundonor!
—¡Cállese, que cada palabra que dice lo mete en un peor berenjenal! Esto sólo confunde a la gente. Son una secta de nabos y nada más. ¡Un nabo no puede nombrar santos! ¡Anatema contra los herejes! ¡Violadores de la fe!
—Che, me parece que el periodista se fue al carajo, ¿qué pensás vos?
—Y sí; me temo que no es muy objetivo. Al final, me parece que tiene razón el flaco. Me voy a anotar en su Facebook.
—Me parece que yo también.
—¡Patán, miserable, funesto, desventurado, nefasto!
—¡Viva la santa cebolla! ¡Viva el santo Sugarfoot! ¡Viva la remolacha azucarera!
—¡Animal, desdichado, torpe! Hermanos televidentes, les envío un abrazo ecuménico y pastoril desde esta cueva de torpes herejes…
Mientras los insultos suben su voltaje, la cámara abandona a los adversarios y se sumerge en un piadoso corte comercial. L’OSSERVATORE ROMANO, su diario de cabecera. Se proyecta reavivar el fuego de las hogueras para incinerar a los nabos herejes. Claudia Schiffer, ¿santa o puta? No confundamos el amor por los niños con “otra cosa”. Festeje el cumpleaños de Cristo como se debe. Curas payasos animarán su celebración. Sólo ser papa garantiza la fe; aléjese de los cantos de sirena de cualquier zanahoria. L’OSSERVATORE ROMANO, su diario sagrado.
Ilustración: M9 (detalle) Marco Maiulini. http://www.flickr.com/photos/marcomaiulini Todos los derechos reservados. Reproducido por gentileza del autor.
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