lunes, 17 de enero de 2011

Electrodomésticos – Sergio Gaut vel Hartman & Héctor Ranea


—¡Al fin! Creí que se habían olvidado de nosotros. ¿Qué les pasó, muchachos?
—Mucho trabajo, don. Mucho trabajo.
—Claro, para las fiestas.
—Sobre todo para las fiestas, pero no se olvide del Carnaval.
—¡Ah, claro! El Carnaval. Me encanta el Carnaval.
—No si trabajara en nuestros menesteres, le aseguro.
—¿Por qué? ¿Acaso la gente no les lleva trabajo en esas fechas?
—Se pierden bastante. Se pierden. Es un hecho. Mamados como están.
—¡Ah, claro! Y… son fiestas que invitan a beber. Por eso yo, una cervecita fresca y nada más.
—Pero la última vez que nos trajo el aparato estaba bastante maltratado. Hasta le tuvimos que reponer la cobertura de jinetillos de iridio.
—¡Uy! Pero eso ¿me lo habían presupuestado?
—¡Ah! No sé. Hable con el Departamento de Administración. De ahí le mandarán la orden para que pague. Le anticipo que le va a doler. No sólo por eso. Dígame, ¿usted se lo presta a algún menor?
—No. Definitivamente no. No tengo menores cerca. Sólo mi esposa y yo. Ni siquiera a amigos. Es de uso personal. Así estipula el contrato. Si no, imagínese el lío.
—Justamente. Lo encontramos programado para otro. Como no somos analistas, simplemente reemplazamos el programa por el original. Ahora está configurado como corresponde. ¿Cuándo fue la última vez que lo usó?
—¿Yo? La verdad, ni me acuerdo. No me tomo vacaciones desde hace un rato.
—¿Y su mujer?
—Mire… hace unos días que no la veo. Me dijo que iba a lo de su madre.
—¿Cuántos días?
—Dos o tres.
—Bueno. Parece que zafó. No sabemos para qué estaba programado el aparato, pero por las dudas, déjelo bajo llave. Al menos hasta tanto llegue el informe del analista programador forense acerca de la pirateada que sufrió el programa. Le recuerdo que mientras tanto se hace exclusivamente responsable a usted de cualquier manifestación extraña. Y le recomiendo muchísimo fumigar bien, que no haya piojos, ni moscas. Nada adentro del aparato, ¿me explico? Avísele a su mujer, que a veces en las pelucas de nanowire se mezclan los piojos mutantes de Indalecia.
—¿Indalecia, el planeta rojo?
—El mismo. Esos piojos son tremendos. No sólo chupan sangre desde almohadas sino que también le inoculan un solvente de memoria.
—¿La memoria premium hipercalibrada de superconductor con conexión ultra upsB clase II?
—La misma. Es vital que se mantenga, pero si se la disuelven, está fregado. Aunque, a decir verdad, no se crea, a veces un rayo borra todo y me ha pasado de salir a caminar por la cintura (el camino de cintura) y me encuentran los bomberos voluntarios. Una macana grande.
—¡Uf, ni que lo diga hombre!
—No me diga así, se lo ruego.
—Está bien. Tome unos kópecs por el trabajo.
—Gracias. Úselo con cuidado, por favor.



—¡Querida! Tenemos de vuelta el aparato. ¡Ven a ver qué bonito quedó con la nueva cobertura! ¿Qué te pasa? ¡Ya se fueron los del service! Nadie se dio cuenta aún de que somos piojos de Indalecia. ¡Ven que tenemos trabajo con nuestro nuevo teletransportador! Después del trabajo vemos esa película arcaica con Jeff Goldblum que te gusta tanto. Ven, por favor.


Sergio Gaut Vel Hartman
Héctor Ranea

3 comentarios:

ariel dijo...

¡Buenísimo!
Ya me barruntaba yo que ustedes eran, por detrás de la máscara, ni más ni menos que horribles monstruos de Indalecia (a no confundir con doña Pancracia...)

su leal
jorge ariel

Sergio Gaut vel Hartman dijo...

¡Rajemos, Ranea! ¡Nos descubrieron!

Ogui dijo...

¡Otra vez! Nos descubren siempre. Tenemos que estratejer otra estrategia, Don Sergio. Yo lo llamo a Mendieta como consejero. ¡Perro indomable! Él sabrá como coser los rastros para que no los lleven a nosotros. Creo...