viernes, 24 de diciembre de 2010

Escenarios – Héctor Ranea


Ella tiene una costumbre especial en verano. Cuando riega, a la tarde, de espaldas al Sol, pone la flor del regador en ducha o neblina y pronto aparecen seis, siete colibríes que se disputan las zonas de agua llovida. Los pájaros iridiscentes se mezclan con las gotas tornasoladas que la luz fabrica de plumas de su misma especie y se transforman en lluvia o la lluvia se transforma en pájaros. El agua en aves, las aves en agua. Todo mientras danzan con un trino especial de hojas que reciben agua, de tierra mojada.
Yo los miro aparecer, desaparecer, deshacerse en luz, brotar de la sombra de la lluvia interceptando la luz mojada de la ducha y en el calor de las tardes no sé si ella riega las plantas, si hechiza a los colibríes o me hechiza a mí. Los hechiza sin duda, y de tal modo que cantan y su canto es en son de lluvia, de una alegría en forma de respiración de agua en agua, de luz en luz, de cuerpos que se deshacen en luz, de luz que se corporiza en sus cuerpos diminutos. En la sonrisa de la dueña del agua y de la lluvia.
Algo llega a las flores que no es sólo agua, que brota también de las mismas plantas, como si los colibríes hubiesen sido transformados en dioses diminutos de la fertilidad. Entonces las flores mutan sus colores para asemejarse a pájaros que vuelan en pos del agua, que se transforma a su vez en materia de flores, de pájaros.
No quiero escribir nada para no arruinar la escena, pero son esos momentos inefables en los que sé que amo esa mano que sostiene la lluvia, que amo esa sonrisa que atrae los pájaros a la brisa del agua, a la lluvia suave, a la niebla de agua que danza.

8 comentarios:

Javier López dijo...

Trato de imaginar el sol, la lluvia, la mano, los pájaros. Pero sufro un súbito desmayo ante el espectáculo.
Pura Poesía, Ranea. Una delicia.

María del Pilar dijo...

Indiscutiblemente poético, me hiciste ver el jardín, la mujer regando las plantas,los pájaros y el cálido disfrute del narrador que presencia la escena.Gracias, Héctor.

Alvaro dijo...

Héctor, dicen que la literatura nos hace soñar despiertos o revivir recuerdos; nunca más cierto.

Oriana P. S. dijo...

He quedado hechizada yo también. Con la melodía, las palabras, la luz, la magia de lo escrito.
Chapeau, Ranea, chapeau.

Ogui dijo...

Gracias! Un honor leer tales comentarios!

gabrielabaade dijo...

Me emocioné.

Francisco Costantini dijo...

Pura poesía, Héctor. Te felicito.

fabian teperdona dijo...

Un maravalloso paseo. Los disfruté muchísimo.