martes, 2 de noviembre de 2010

Un paseo bajo la lluvia – Sergio Gaut vel Hartman


Miré por la ventana; llovía a cántaros. Me puse el impermeable, tomé el paraguas y salí a la calle, aun cuando sabía que no encontraría a ninguno de mis amigos en el bar del club. Sólo tropecé con prostitutas que arropaban su desnudez en enormes y empapados abrigos de piel sintética, artesanos obstinados que desafiaban el aguacero junto a sus puestos de la plaza, cubriéndose apenas con sus paraguas maltrechos, y los taxistas, los infaltables taxistas que comían sandwiches de milanesa con lechuga y tomate sentados en el asiento trasero de sus automóviles, como si estuvieran seguros de que nadie requeriría sus servicios por ningún motivo. Yo sólo era, por decirlo de un modo elegante, la excepción que ponía a prueba la regla.
Me aproximé al primer taxi de la fila y metí la cabeza por la ventanilla; parecía un condenado a muerte que va a ser guillotinado de abajo hacia arriba. Me reí interiormente de lo absurdo de la imagen.
—¿Qué desea de esta modesta persona? —dijo el taxista tironeando de la milanesa con sus dientes podridos.
—Pensé que, tal vez, si caminaba bajo la lluvia, mis ideas se refrescarían, pero veo que no. Quiero dar una vuelta por la ciudad. ¿Cuánto cobrará por ese viaje?
—¿Sabe lo que pensé en cuanto se acercó a mi vehículo: “Este es el asesino de prostitutas que busca la policía”.
—¿Eso pensó? La gentuza no debe pensar esas cosas de los caballeros como yo, amigo. ¿Le parece que soy un asesino?
—No, en absoluto; y por eso mismo es posible que lo sea. ¿Usted no lee novelas policiales?
—¡Basura! Esa es la clase de cosa que leen individuos como usted, en el caso de que sepan leer, claro.
—¿Le han dicho alguna vez que usted es un sujeto arrogante, fatuo y desagradable?
—¡Jamás! —repliqué al tiempo que sacaba el bisturí. Después de todo, la ocasión justificaba la excepcionalidad de mi acto.

Acerca del autor:

http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/sergio-gaut-vel-hartman.html

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