domingo, 14 de noviembre de 2010

Congelado en el tiempo (Círculo 1) - Carlos Daminsky


Quark dulce quark

Todo está perdido. En el silencio, en el tiempo deshecho, la tecnología que nos iba a abrir la nueva era resultó un fracaso absoluto. Es así de triste y de real, o aparentemente real. Porque aquí, en el lugar en el que estoy, existe porque yo existo. O eso sospecho. Porque cada vez que observo, todo esto sigue en pie; sin desvanecerse delante de mi. Un extraño castillo caótico y sin sentido. ¿O no? Y la duda me asalta como una descarga extraña de necedad; al dejar de mirar ese aquí se convierte en mi antagónico, en mi molesto anti-yo. Esto suena ridículo. Después, hago como que sonrío pensando cuál es el final, el último ego. Empiezo a entender el fiasco.

El camino de Finegano. Así he llamado a eso que tengo arriba. La simetría o la inestabilidad. En este escalón tengo la misma energía potencial gravitacional, que en el siguiente, que en el siguiente, que en el... Y después, busco un sistema de coordenadas en el que pueda ser. Intentar robar algo de lo que perdí, pero todo resulta desastroso. Exacto. Porque ese yo, ese ser, es el eterno error de la ignorancia cognitiva.

Fue un encanto extraño ver fondo y cima. Pero la incertidumbre esta al acecho. Y sé que la distorsión, de saberme ahora mismo en este punto, es el espejismo del constituyente fundamental.

Congelado en el tiempo

Negado el tiempo, acepto la eternidad que me congela más allá de la perfecto y lo abstracto. ¿Por qué he llegado hasta aquí? ¿Tenía alternativa? Realmente no. Tengo que existir. Tuve que existir. Tendré que existir. A la vez. Es así. No hay más. Es el ojo continuo de lo que no se puede separar.

Hermético

El camino, no es camino sí se busca. La acción es reacción en el momento en el que me dimensiono sobre lo perdido. La explosión me conduce sin orden, imprevisible. Formas de vida aparentes, con respecto a mi modelo, se cruzan aleatoriamente. Me llamo Hermes. Lo comprendo. Las probabilidades de que esté hecho, son las que otorgo en el océano de las moléculas y en el cementerio de la palabra. A lo que construí, mazo de reconstrucción.

Dimensionando

Parido de improviso en el espacio-tiempo, abandonado en el laberinto limitado de estas dimensiones que me desasocian. Alimento los túneles gusanos que me permitan saltar y volver a reunirme con mi mente.

Axioma euclidiano y crepúsculo de los leptones

Eliana Negredo soñaba: que en el modelo experimental en el que vivía entre hebras de poliéster no cesaba de efectuar mediciones de los puntos que eran su sustancia perdida porque necesitaba reconstruir su cuerpo, prototipo teórico. Pero el axioma euclidiano se lo impedía, y recurrió a la incertidumbre del crepúsculo de los leptones. Fue aún peor, cada medida que tomaba con su supuesta forma, deformaba más el resultado. Así que decidió dejar de soñar y se volvió a integrar en el inicio de la palabra que provenía hacia atrás desde el final y el principio simultáneamente.

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