viernes, 15 de octubre de 2010

Bienes raíces – Sergio Gaut vel Hartman


La mansión, sumida en la niebla y arropada por las sombras, apenas se divisaba desde el camino. A pesar de su arcaica suntuosidad, era una construcción grotesca y casi absurda que parecía la tumba de la humanidad, el lugar elegido por una deidad tenebrosa para que los últimos seres vivos de un planeta moribundo arrastraran su infortunio sin posibilidades de revertirlo. Pero no era estar atrapado entre lúgubres montañas ni sentir el gélido hálito que bajaba desde las almenas lo que provocaba sentimientos de desasosiego en el espíritu de Jorge Fernández, no; lo que atribulaba al ex carnicero de Villa Fiorito eran los rezongos de Mercedes Zubizarreta, Mecha, la obstinada peluquera que no le perdonaba a su marido lo que ella consideraba un gazapo magistral.
—¡Sos un pelotudo, Cacho! ¿No podías averiguar un poco más de qué se trataba todo esto antes de comprar la casa?
—¡Pero si yo averigüé!
—Averiguaste un carajo. ¡No tenés cerebro! ¿Por qué no le hice caso a mi vieja cuando me rogaba que no me casara con un carniza ignorante? ¿No pudiste, por lo menos, agarrar un mapa y ver dónde queda Transilvania?
—¡Qué se yo de geometría! Y el señor Tepes me cayó un bien; parece una persona decente y correcta. Justamente, aquí viene el noble caballero a cobrar la cuota. Arreglate un poco.

No hay comentarios.: