Su mesa de luz tenía brazos. Lo descubrió la madrugada en que se despertó después de soñar con rústicos brazos de tronco de árbol que desacomodaban los objetos a su antojo. Finalmente encontró la razón de tanto desorden. Lejos de sentir temor o desconcierto, el escritor observó la veta práctica de la situación: A la medianoche, antes de dormir le escribió una nota: “Estimada mesa de luz. En primer lugar quiero expresar mi agradecimiento por los servicios prestados, a saber: sostener el velador, los libros, el vaso, y cuanto objeto dejo bajo su guarda. En segundo lugar, veo que se aburre y juega con mis pertenencias. Se me ocurrió otra actividad beneficiosa para ambos. Sugiero que usted anote con sus preciosas manos los sueños que se me escapan mientras duermo. Son muchos porque me despierto al alba vacío de contenido y debo esforzarme demasiado para hilvanar ideas coherentes en mis textos. Es un acuerdo conveniente para ambos: usted se entretiene y yo jamás pierdo la inspiración. Le dejo, a tales efectos, el cuaderno de notas y la lapicera. Afectuosamente”.Aquel fue el verdadero inicio, nunca revelado por su autor, de la famosa novela “El Atrapa Sueños”.
Tomado de
El hueco detrás de las palabras
1 comentario:
muy bueno María Pía!!!
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