—¡Mamá! ¡el abuelo Adolfo se cagó otra vez!
—¿Otra vez? ¡viejo de mierda! ¡qué carajo se cree! ¿que estamos para servirlo? ¡Demasiado tenemos trabajando todo el día, pare tener que venir y atenderlo! ¡Como si fuera una delicia limpiarle el culo! ¡En lugar de agradecernos por no meterlo en un asilo! ¡¿Porqué no se muere y nos deja de joder la vida?!
El abuelo Adolfo gimió y una lágrima le corrió por la mejilla.
Se sabía inferior al perro de la familia.
Como siempre, como todos los días, se dijo que si volviese a nacer, si hubiese otra vida, si se encontrase en otro universo; sería otra persona, digno de respeto y admiración. Pero estaba allí y no en un mundo paralelo. Era un viejo sucio de mugre y afecto y no una persona reverenciada y temida. Era el mismo abuelo Adolfo de siempre, denigrado y ultrajado, que vivía en la pequeña villa de Braunau am Inn, en los Alpes austríacos, en la pequeña casita de los Hitler.
2 comentarios:
Quede impactado, jamás pense que se trataría de los Hitler, al principio no asocie el nombre pero al final todo explotó en mi cabeza, excelente relato.
Gracias ,Fèlix. Quièn sabe, qyuizà en universo paralelo...
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