Hoy toqué fondo. Las pocas fuerzas que aguantaban mis huesos se diluyeron en la lluvia. Las entrañas me queman a cada metro que avanzo. La vida me pesa. Los triunfos del pasado se subieron a mis hombros y ahora me empujan contra el suelo. El castillo que construí con sudor y sangre se desmorona ante mis ojos, dejando ver entre los escombros la gloria que lo adornó en el pasado.
Estoy desnudo y perdido. La batalla terminó y sólo escucho derrota en el viento. Mis manos son cuchillas y se clavan en la roca para seguir avanzando, y mis pies, mis pies son piedras frías que frenan mi paso. Mi mente se llena de preguntas, preguntas sin respuesta, ¿qué pasó para que me encuentre solo?, ¿cómo desapareció todo?, ¿en qué momento el suelo cedió bajó mis pies?, ¿por qué los amigos se fueron?, ¿por qué los refuerzos no llegaron? Me quedé frente al león sin un mísero palo para defenderme.
Ahora lamo mis heridas frente al fuego, esperando que el viento vuelva a soplar, recogiendo las gotas del ánimo perdido y cosiéndome el alma al pecho para que no caiga. La noche es fría, el día largo, el final lejano.
Pero cada golpe lo recibo con una sonrisa, porque, aún cansado y dolorido, sigo en pie, porque, aunque roto y quebrantado, mi corazón late, el aire mueve mi pelo y el sol me calienta, porque aún dirijo mi barco, porque sigo siendo un hombre, y sé que tarde o temprano me alzaré y lograré de nuevo la victoria.
Tomado de http://uncuentoalasemana.blogspot.com/
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