Para esa piba, nacida en un suburbio de malos olores, resultaba inimaginable una vida diferente, una vida con aroma a perfume francés, como le dijo una tarde una amiga en una esquina. Claro, la otra sabía, era más grande que ella, con mayor experiencia sobre los hombres y sus placeres. Así que entonces, a partir de esa charla y luego de una campaña de ablandamiento, la pequeña, quizás en un estado de embeleso producto del resfrío que la afectaba, abandonó la zona detrás de la más grande, con un aire de desconfianza que ya no la abandonaría y que la ha convertido, ahora, luego de algunos meses de su partida, en una celebridad más que nada horizontal, aunque sus contorsiones también son motivo de elogios. De todas formas, la ex piba, cuando se queda por un ratito a solas, frunce la nariz y recupera los malos olores que alegraron su infancia.
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