-Esa mina es nueva por aquí – dice Franco
-Si - coincide Martín - Es la primera vez que la veo.
-Tiene un físico impresionante
- Más o menos… Además es tan paliducha que da miedo
-Tiene un lomo espectacular y se mueve como una diosa
-A mi me parece que tiene cara de muerta – concluye Martín y da por finalizada la conversación.
La fiesta está en su apogeo. Las guarachas, chamamés y pasodobles llenan la noche de verano en los suburbios de la pequeña localidad. El animador, con voz impostada, incita de manera desmedida a continuar el frenesí de la danza.
Franco ha bebido más de la cuenta. Se siente extraño. Sus ojos enfocan de nuevo la figura femenina que mueve sus caderas con cadencia sensual y sugestiva. La mujer baila sola en medio de la multitud. Eso atrae aún más a Franco. A los tropezones camina hacia la pista y toca el hombro de la mujer. Ella se da vuelta sonriendo de manera enigmática y sus movimientos se exacerban hasta parecer eróticos y libidinosos. Un extraño escalofrío sacude a Franco. No es el rostro pálido y etéreo ni la sonrisa irónica lo que impresiona; es su mirada… una mirada color púrpura que parece ver el más allá.
-¿Querés bailar? – pregunta desafiante – ¿Te animás?... Se me ocurre que no te da el cuero.
-Movete muñeca que yo me las arreglo.
Baila moviendo apenas sus pies sobre la pista mientras sus sienes laten y él se siente aturdido. En un momento tropieza pero la mujer lo sostiene de manera firme.
-No te hagás el loco que estás hasta las manos. Lo único que vas a conseguir es cagarte de un golpe.
La mujer baila cada vez más enardecida y la mente de Franco se obnubila.
-Salgamos de aquí – pide el hombre – vayamos a otro lado.
-¿Estás seguro?... Mirá que conmigo podés conocer que mierda es el infierno.
El sonríe canchero y la toma del brazo. Martín, que sigue prendido a la cerveza ni siquiera se da cuenta de la partida de su amigo.
Cuando salen a la calle un nuevo estremecimiento preocupa a Franco. Su sexto sentido le dice que algo no anda bien. Al instante siguiente deja de lado sus miedos y se prepara para vivir su gran noche.
¡No puede creerlo!
Mientras recorre las calles tortuosas de la villa detrás de la hermosa mujer, observa la generosa turgencia de sus glúteos y las perfectas piernas. El vestido se adhiere obstinado al magnífico cuerpo, haciéndola más bella y más impúdica.
Por momentos siente un dejo de irrealidad. Su cerebro, a punto de estallar, vaga indeciso entre las fantasías del goce próximo y la realidad de no poder explicarse cómo ha logrado conquistarla.
La casilla de lata donde vive Franco es pequeña pero a ella parece no importarle. Apenas llegan, se recuestan en el catre
-¿Estás asustado? – Pregunta de golpe la mujer - ¿Tenés miedo de algo?
-No veo por qué – miente él sin convicción.
-Con la cara que tenés – vuelve a atacar sabiéndose dueña de la situación - pareces un pollo mojado... Tembleque y ansioso.
-Es una impresión equivocada – se defiende Franco.
Ella queda en silencio un largo rato. Franco nota que le tiemblan las manos. “Tengo que serenarme” se dice “Si llego a arruinar una ocasión como esta me enyeto de por vida”.
Un poco más sereno comienza a besarla; primero de manera tímida pero, a medida que ella responde, sus caricias se hacen más atrevidas. Durante una eternidad continúan abrazados besándose.
De pronto Franco nota algo en la mirada de ella pero ya es tarde. Siente un dolor lacerante en el cuello mientras la mujer ríe a carcajadas.
Las pupilas desorbitadas del hombre registran la escena en un relámpago breve y eterno, mientras su mente, huérfana de cualquier otro pensamiento, dibuja el inesperado final de la historia.
Un rato más tarde, en la bailanta, Martín que ya está tan borracho como su amigo junta coraje y encara a la mujer. Ya no la ve tan pálida y el movimiento de su cintura lo enloquece. Está tan obnubilado que ni siquiera se acuerda de Franco.
La mujer de vestido negro y rostro desvaído ondea sin pudor sus caderas mientras una sonrisa misteriosa se instala en su boca.
-Si - coincide Martín - Es la primera vez que la veo.
-Tiene un físico impresionante
- Más o menos… Además es tan paliducha que da miedo
-Tiene un lomo espectacular y se mueve como una diosa
-A mi me parece que tiene cara de muerta – concluye Martín y da por finalizada la conversación.
La fiesta está en su apogeo. Las guarachas, chamamés y pasodobles llenan la noche de verano en los suburbios de la pequeña localidad. El animador, con voz impostada, incita de manera desmedida a continuar el frenesí de la danza.
Franco ha bebido más de la cuenta. Se siente extraño. Sus ojos enfocan de nuevo la figura femenina que mueve sus caderas con cadencia sensual y sugestiva. La mujer baila sola en medio de la multitud. Eso atrae aún más a Franco. A los tropezones camina hacia la pista y toca el hombro de la mujer. Ella se da vuelta sonriendo de manera enigmática y sus movimientos se exacerban hasta parecer eróticos y libidinosos. Un extraño escalofrío sacude a Franco. No es el rostro pálido y etéreo ni la sonrisa irónica lo que impresiona; es su mirada… una mirada color púrpura que parece ver el más allá.
-¿Querés bailar? – pregunta desafiante – ¿Te animás?... Se me ocurre que no te da el cuero.
-Movete muñeca que yo me las arreglo.
Baila moviendo apenas sus pies sobre la pista mientras sus sienes laten y él se siente aturdido. En un momento tropieza pero la mujer lo sostiene de manera firme.
-No te hagás el loco que estás hasta las manos. Lo único que vas a conseguir es cagarte de un golpe.
La mujer baila cada vez más enardecida y la mente de Franco se obnubila.
-Salgamos de aquí – pide el hombre – vayamos a otro lado.
-¿Estás seguro?... Mirá que conmigo podés conocer que mierda es el infierno.
El sonríe canchero y la toma del brazo. Martín, que sigue prendido a la cerveza ni siquiera se da cuenta de la partida de su amigo.
Cuando salen a la calle un nuevo estremecimiento preocupa a Franco. Su sexto sentido le dice que algo no anda bien. Al instante siguiente deja de lado sus miedos y se prepara para vivir su gran noche.
¡No puede creerlo!
Mientras recorre las calles tortuosas de la villa detrás de la hermosa mujer, observa la generosa turgencia de sus glúteos y las perfectas piernas. El vestido se adhiere obstinado al magnífico cuerpo, haciéndola más bella y más impúdica.
Por momentos siente un dejo de irrealidad. Su cerebro, a punto de estallar, vaga indeciso entre las fantasías del goce próximo y la realidad de no poder explicarse cómo ha logrado conquistarla.
La casilla de lata donde vive Franco es pequeña pero a ella parece no importarle. Apenas llegan, se recuestan en el catre
-¿Estás asustado? – Pregunta de golpe la mujer - ¿Tenés miedo de algo?
-No veo por qué – miente él sin convicción.
-Con la cara que tenés – vuelve a atacar sabiéndose dueña de la situación - pareces un pollo mojado... Tembleque y ansioso.
-Es una impresión equivocada – se defiende Franco.
Ella queda en silencio un largo rato. Franco nota que le tiemblan las manos. “Tengo que serenarme” se dice “Si llego a arruinar una ocasión como esta me enyeto de por vida”.
Un poco más sereno comienza a besarla; primero de manera tímida pero, a medida que ella responde, sus caricias se hacen más atrevidas. Durante una eternidad continúan abrazados besándose.
De pronto Franco nota algo en la mirada de ella pero ya es tarde. Siente un dolor lacerante en el cuello mientras la mujer ríe a carcajadas.
Las pupilas desorbitadas del hombre registran la escena en un relámpago breve y eterno, mientras su mente, huérfana de cualquier otro pensamiento, dibuja el inesperado final de la historia.
Un rato más tarde, en la bailanta, Martín que ya está tan borracho como su amigo junta coraje y encara a la mujer. Ya no la ve tan pálida y el movimiento de su cintura lo enloquece. Está tan obnubilado que ni siquiera se acuerda de Franco.
La mujer de vestido negro y rostro desvaído ondea sin pudor sus caderas mientras una sonrisa misteriosa se instala en su boca.
9 comentarios:
Perdón por mi instinto de observador constante, no es mi deseo polemizar con nadie, pero, aunque no conozca al 'supuesto autor' de esta nota debo decirle -o avisarle- que 'no es original'. No sé si será plagio o no, pero si Uds mismos leen la fecha del cuento 'El Acecho' de María Pía Danielsen (pueden verlo en su facebook y en su blog http://elhuecodetrasdelaspalabras.blogspot.com/). Demasiadas similitudes al cuento de esta autora, incluso en la idea principal. Creo que en esta era super moderna estas cosas ya no deberían suceder, más en un blog como este, con la importancia que tiene. Espero que publiquen el comentario y no sea yo el censurado por 'observar la verdad'.
No "censuré" el comentario y por eso mismo me siento obligado a salir al cruce de una opinión que resulta, por lo menos, maliciosa. ¿Dónde está la similitud? ¿Todas las ficciones que ocurren en una bailanta son plagio de una primera que utilizó ese ámbito para situar la acción? No sé qué propósito se persigue con una entrada como esta. Sólo sé que Antonio J. Cruz es un escritor más que respetable y María Pía Danielsen también lo es. También sé que se conocen entre sí y es muy probable que hayan leído sus textos mutuamente antes de entregarlos para su publicación o subirlo. Como creador de este blog rechazo de plano que "estas cosas ya no deberían suceder, más en un blog como este", porque aquí lo único que ha sucedido es que alguien ha querido molestar a Antonio por una razón que se me escapa.
Disculpe Sr administrador, que ambos autoers se conozcan o no, no significa que uno pueda tomar algo -tal cual es del otro-, sino fijese simplemente en esta parte de ambos textos 'La fiesta está en su apogeo'. tomese el tiempo de leer ambos y por las fechas verificará cuál tiene la idea original. Mi ánimo no es molestar a nadie, sino que justamente aquí, no venga nadie a vendernos gato por liebre.
"La fiesta está en su apogeo": 5500 hallazgos en Google. "La fiesta estaba en su apogeo": 15.200. Tu argumento para tratar de descubrir un plagio no tiene consistencia.
Perdón que me meta en este lío. Pero he estado leyendo el hilo de comentarios y debo decir que sí, quizá los cuentos tengan cosas en común, como una frase y el nombre de uno de los personajes.
Sebastián afirma que Cruz le ha hecho un plagio a Danielsen. No es por defender a Antonio, pero su cuento ha estado para selección en el blog de equipo desde febrero del 2010, y el cuendo de María Pía ha sido publicado en su blog en abril. Lo cual quiere decir que "Bailanta" es anterior a "El Acecho".
Yo no digo que el uno haya plagiado al otro. Son caminos comunes en dos ideas totalmente diferentes.
Sebastián, si quieres yo te explico cómo es el funcionamiento de estos blogs, para que entiendas mejor esto que digo de los blogs de equipo y tal.
Un saludo.
Quiero aclararle a Sebastián que este cuento, con el nombre "Baile de campo" ganó una mención de honor en 2001 (hace ya nueve años)en el Certamen Literario Costumbrista Tortuguitas de la provincia de Buenos Aires. Si desea puedo hacerle llegar el original de aquel año.
Bueno más oscurece cuando alguein trata de aclarar, resulta extraño el cambio del título en 9 años. De todos modos ya me desilusionó éste blog, las críticas constructivas -observadoras y correctivas- no son bienvenidas. Que tengan suerte en lo que sigue.
Nunca "observaste la verdad" y aún en el caso de que tu intención hubiera sido constructiva (que no lo es) sólo los fundamentalistas y los fascistas se arrogan la facultad de utilizar la "observación correctiva". No te preocupes: no necesitamos que nos desees suerte, ya que este blog y los otros seguirán existiendo sin tu sagaz mirada y tus críticas. También seguirán existiendo nuestras colecciones de libros y nuestros eventos. Es suficiente con tener la precaución de no abrirle a aquellos que tratan de irrumpir en nuestra casa para manchar el piso de barro y tapar el inodoro con sus excrementos.
Coincido con Sebastián: Antonio plagió a María Pía. Es clara la similitud de las ideas cuando María Pía le hace decir a Scarlett "Oye, Rhett, ¿te acordaste de traer la docena de huevos que te pedí?" y Antonio pone en boca de Marco Tulio Cicerón la frase clave: "Estamos hasta la manos, mi fiel Varo, este Atila nos va a romper el ojete".
Sebastián, hijo mío, ¿qué cuentos leíste? ¿Nunca nadie podrá escribir sobre laberintos, por que sería plagio a Borges? ¡¡Kodama, hacele juicio a los que filmaron "El Laberinto del Fauno"!!.
Me encanta este blog. Los comentarios están en su apogeo.
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