—Los salvadores de la patria —dijo el profesor Sandoval— recibieron, ya en la madurez de sus vidas, la invitación de un poeta forense para asistir a la reconstrucción del crimen cometido por el vizconde Calvino. La representación fue un castigo, el peor que pudieron haber sufrido, y tan penoso resultó todo que se retiraron antes del fin de la fiesta. Pero eso no los salvó. Hundidos hasta el cuello en un infundíbulo cronosinclástico fabricado por el almirante Vonnegut, cayeron en el tiempo cero y ahí siguen, incapaces de salvar nada, cristalizados como el latín de Cesárea y más aburridos que un dinosaurio en un desfile de anoréxicas desnudas.
—¿Me puede decir de qué está hablando? —inquirió el doctor Goodman. Sandoval miró hacia uno y otro lado, como si alguien pudiera estar observándolos y dijo:
—Le estoy dando la clave para no quedar demediado, profesor. Los sables de los que están hechas las palabras cortan su parte sana y la convierten en una porquería.
—Vaya, vaya —dijo Goodman—; cuanto más lo escucho, más creo que usted va a terminar matando a alguien, Sandoval.
—Entonces no me escuche… total, la patria ya no tiene salvación y yo estoy demasiado viejo para jugar con soldados de plomo, ¿no le parece?
—En eso le doy la razón —dijo Goodman. A continuación tomó su maleta de incongruencias, ñoñeces y dislates y salió como había entrado, abriendo un libro y perdiéndose entre sus páginas. En este caso la 326, me parece.
2 comentarios:
Me encantó este cuento.
Toques surrealistas y disparatados lo salpican todo, y no me extraña, siendo sus personajes el profesor Sandoval y el doctor Goodman, a los que creo reconocer ligeramente.
Por cierto, ¿dónde venden maletas de incongruencias? Yo necesitaría una para guardar las muchas que tengo sueltas por todos los rincones de mi casa.
Un abrazo a los autores... y a los personajes.
No se venden, Javi. En realidad, el que andaba en eso dicen que hizo mutis hace mucho. En algunos lugares especiales suelen alquilarlas. No sé por sus pagos, acá el lugar lo mudaron sin aviso. En algún cuento tal vez corramos el velo de su secreto...
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