domingo, 21 de marzo de 2010

The Full Monty - Martín Gardella


Ella se ubicó en el medio de la sala para regalarme un show que sería inolvidable. Al ritmo de un blues salvaje, comenzó a desvestirse. Se sacó el sombrero agitando sus cabellos enrulados, y aflojó su falda sensualmente, para dejarla caer con un suave movimiento de cadera. Revoleó sus tacones, se quitó las medias, siguió con la camisa, luego el sostén.
Frente a mi entusiasmo por su desnudez completa, decidió romper los límites. Aflojó su cabellera hasta retirarla por completo y extrajo con los dientes las uñas recién pintadas de sus manos. Deslizó hacia abajo su piel blanca, para descubrir su carne joven y delicada. Sacudió brutalmente su abdomen, para dejar caer los bíceps, los glúteos, los gemelos, el esternocleidomastoideo y las prótesis mamarias. Respiró profundo antes de arrancarse los pulmones, el hígado, el estómago y los intestinos. Siguió con la extracción delicada de sus huesos, desglosando los húmeros, los fémures, las tibias y los peronés, con un sacudimiento digno del Folies Bergère. Se aflojó la mandíbula, desprendió sus costillas y fue enrollando mansamente todo el sistema nervioso sobre su corazón galopante.
Finalmente, mientras me observaba por el cuenco de sus ojos, su lengua me preguntó si había disfrutado el espectáculo. Me encantó, respondí, y pude ver una amplia sonrisa suspendida, que luego se desarmaría contra el suelo, junto al resto de su inconstruible cuerpo. En el aire, aún se siente su perfume y se escuchan sus latidos.

Tomado de: http://livingsintiempo.blogspot.com/

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