jueves, 6 de agosto de 2009

Malvina y Hugo - Eduardo Betas


La galería de locales tristes fue un sonajero de risas. Todos los escaparates relucían para la ocasión, iluminados a pleno aunque para ello sus dueños habían pedido lamparitas prestadas. No era para menos. Esa noche celebraban allí su casamiento Malvina y Hugo. Él de 42 años; ella, 44; ambos sin techo pero desesperadamente aferrados a la vida.
Se habían conocido en la calle, donde sobrevivían. Hugo, con sus manos de herrero vacías de trabajo; Malvina, una de las tantas que había salido despedida del sistema tras la crisis económica.
Él la invitó a tomar mate a la plaza. Y ella llevó los bizcochitos. El frío actuó de Celestina y juntó sus cuerpos una de esas noches salvajes, a la intemperie. Entonces el amor volvió a sensibilizarles la piel magullada de tanto asfalto. Y el futuro, se abrió paso como una plantita.
Una noche descubrieron la galería de locales tristes y allí empezaron a pernoctar. Era mejor que la plaza. Por lo menos había un techo. Estando en ese lugar fue que decidieron casarse. Por eso la fiesta se hizo allí.
Los vecinos cocinaron pizzas y empanadas. La jueza les donó la libreta matrimonial. Un diario barrial les obsequió las fotos.
Fotos que la muestra a Malvina mirando a Hugo como si no lo creyera. “Es que lo conocí con barba, pelo largo, sucio, desgreñado y ahora me lo envidian”, dice.
Fotos que lo muestra a él abrazándola orgulloso.
Hoy aún viven en la calle, esquivándole a la miseria. Ella, con un subsidio de desocupados que apenas alcanza para los gastos diarios. Él, haciendo lo que puede. “Es que cuando vivís en la calle tienes que soñar día a día, para no llegar al extremo de tirarte bajo un tren. Pero ahora con ella, tengo una esperanza para toda la vida”, dice.
Malvina le toma las manos y desea en voz alta: “no queremos que la calle nos arrastre”, mientras cuenta una y otra vez cómo fue aquella noche de bodas que el centro comunal les regaló en un hotel de media estrella en el barrio de Primera Junta. Su primera noche de amor sobre una cama.

Tomado de: http://www.cafediverso.com

1 comentario:

Nanim Rekacz dijo...

Tenés una sensibilidad especial para esas historias pequeñas, las hacés grandes y especiales.