martes, 4 de agosto de 2009

La Balada del Golden Boxer - Héctor Ranea


Ella paseaba orgullosa su Golden Boxer por las pasarelas no oficiales del Kennel’s en el muelle sobre el Badu Lake, cerca de los competidores. Ese año Chris, su notable fiel amigo, no había podido competir por un esguince durante una prueba de salto, pero estaba en mejor forma que todo el resto y ella se lo hacía notar a quien quisiera con gestos, naturalmente, como hacen los patricios.
El Golden Boxer era un ejemplar magnífico de bípedo envuelto en su sotana dorada, diminuta. Tenía escondido el rostro en una máscara también dorada con la sonrisa exagerada para hacerlo parecer más diabólico aún. Ella se pavoneaba por los pasillos del Club pisando con sus cuatro manos las diferentes clases de bosta aristocrática con elegante desdén. El año próximo este boxer destrozaría a los competidores en la lucha libre.

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