jueves, 14 de mayo de 2009

El mono que se comió a Madre - The Residents


En realidad, no fue un mono el que se comió a Madre. Fue un chimpancé. No lo hubiera sabido si ella no me lo hubiera dicho. Yo nunca creí en fantasmas y sigo sin hacerlo. Excepto en el de Madre.
Todo comenzó cuando mi hermana menor se compró una tabla Ouija. Madre había desaparecido misteriosamente varios años antes. A Sharon y a mí esto nos había molestado mucho más que a Padre, quien parecía levemente contrariado que ella le hubiera hecho eso a él. Los primeros años sin una madre fueron duros pero los sobrellevamos bien, hasta que Sharon trajo a casa la tabla Ouija.
Ninguno de nosotros creía en eso, pero teníamos un extraño sentimiento, como si el pequeño puntero estuviese siendo dirigido de alguna manera por fuerzas exteriores. Sólo le tomó unos pocos segundos para deletrear "Stxabng jit msairid," y luego "ybllasrt." Ya desilusionados nos reímos y estábamos listos para tirarla cuando nos propusimos probarla una vez más.
Esta vez dijo "Herbert me comió." Sorprendidos por un mensaje tan claro y directo decidimos probar nuevamente y nuevamente escribió "Herbert me comió." Padre hace investigación con primates y el macho más agresivo y enorme que tiene se llama Herbert, así que nos sentimos compelidos a continuar. Deteniéndonos brevemente para respirar hondo le preguntamos a la tabla la única pregunta que podíamos hacer "¿Quién sos?" Sin titubear respondió "Madre."
Herbert y yo prácticamente habíamos sido criados como hermanos. Él tenía seis meses de edad y yo dos cuando Padre lo trajo, y fue mi instantáneo lazo con el pequeño y adorable chimpancé lo que lo salvó del trabajo de Padre. Fuimos inseparables por años pero, a medida que crecimos, yo desarrollé otros intereses y Herbert sólo se volvió más grande, hasta llegar a medir un metro ochenta y pesar unos robustos 100 kilos. Comparado con Herbert yo era el auténtico alfeñique de 40 kilos.
Le tenía terror. Era demasiado similar a un miembro de la familia como para ser usado en el trabajo de Padre pero estaba demasiado lejos de ser adorable. A Herbert le habíamos construido una jaula bastante cómoda para que durmiera pero, a medida que se volvía más grande y agresivo, lo dejábamos salir de ella cada vez menos. Por un tiempo escuché a mis padres discutir sobre Herbert, pero luego Madre desapareció, y Padre simplemente lo dejó en su jaula todo el tiempo.
Durante varios días busqué la mejor manera de confrontar al chimpancé acerca de la acusación de Madre hasta que, finalmente, encontré una fotografía de ella, fui hasta la jaula de Herbert y se la encajé en su cara. Él chupó sus labios y se frotó el estómago y yo me di cuenta que su reacción no permitía otra interpretación. Yo estaba furioso. Tienen que entender que probablemente yo conocía a la bestia mejor que lo que conocía a mis padres y que comprendía exactamente lo que quería decir. Herbert me entendía también y, reconociendo mi furia, se rió, más y más fuerte. Sólo quedaba una cosa por hacer y la hice.
Me estaba comiendo la pierna izquierda de Herbert cuando Padre regresó a casa. Supuse que su conmoción y su ira desaparecerían luego de que yo le explicara, pero no. Me ha encerrado y yo sigo diciéndole que fue culpa de Herbert, pero no me escuchan. Y Sharon afirma que no está segura acerca de la tabla Ouija, así que la única que puede ayudarme es Madre. Pero ella no contesta. Le hablo todo el tiempo, pero ella nunca contesta.

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