miércoles, 22 de abril de 2009

Dios trabaja de maneras misteriosas 2 - Saurio


Sabiendo de la inutilidad del esfuerzo ya que el calor o tedio o ambos lo han mantenido dormido a uno la mayor parte del tiempo y por eso optar por el aire libre para evitar el sopor o por lo menos para mentirse que el intento fue hecho, dirigirse a una plaza cercana para estudiar por tercera o cuarta vez propiedades y reacciones de elementos químicos, recorriendo la tabla periódica con la certeza de que el olvido se hará presente, de que la memoria es un bien no renovable, que sólo será repetir un largo mantra de garabatos y símbolos que nos transportará a regiones absolutamente ajenas al propósito inicial.
Bajo palmeras que se extinguen para dejar lugar a cemento o carteles, presumiblemente reteniendo alcalinos térreos, recibir sobre la página el sucio dedo y la voz que dice de la reacción de formación del carbonato de calcio “He aquí la Esencia del Universo”, levantar entonces la vista hasta una nariz partida y un ojo nublado y recibir nuevamente la afirmación, con la certeza del converso, con la fe del que ha Visto y Sabe, para luego continuar con “Yo era un famoso científico y descubrí la Clave a la Quinta Dimensión, pero Ellos no querían que se sepa, no querían que haya más que Cuatro, y caí en desgracia” y uno contestar con ajaces obvios y claros, qué cosas, entre la fascinación y el temor, sabiendo que todo lo que se pueda decir será poco, que la oportunidad siempre será desaprovechada.
Por eso, escuchar lo más atentamente posible que el Universo que conocemos es sólo una sombra del verdadero Universo, que lo sobrenatural es el nombre de las filtraciones de lo Real, que esta conversación ya había tenido lugar y que aún no ha sucedido, que un reloj que nunca atrasa jamás da la hora exacta, y de repente ver aparecido de quién sabe dónde un amarronado paquete de 43/70’s cerrado y recibir la afirmación que “Sólo un ninja puede abrirlo”, contestar la obviedad de un sí entre dientes sonrientes para escuchar nuevamente y más categórico “Sólo un ninja puede abrirlo”, desconcierto que provoca una tercera versión de la frase más enérgica y entonces comprender o suponer que se lo hace.
Por lo cual quitarle la cinta, rasgar el celofán y romper el papel plateado, con la creencia de la misión cumplida pero sin embargo no, pues tras tomar un cigarrillo la mano devuelve el paquete, como si la propiedad del mismo fuera de uno y no viceversa, cometer pues el error de decir la verdad y perder así un magnífico trofeo e iniciar el final del encuentro, recibir pues un “Debo irme, mañana tengo que estar en Holanda, un Ángel me espera”, quedarse viéndolo alejarse, con andrajoso paso entre oficinistas y miradas de desprecio, y saber que no queda más qué hacer que cerrar el celeste libro ya que es imposible o improbable continuar y que la sentencia está echada y que el fracaso ocurrirá otra vez, como siempre y desde siempre.

2 comentarios:

María del Pilar dijo...

Me gustó mucho este cuento

Ogui dijo...

Chapeau, Saurio! Esa frase "que un reloj que nunca atrasa jamás da la hora exacta" es para unas cuantas sesiones de exégesis...