—Mañana es la invasión de la Tierra.
—¿Cómo mañana? ¿No habían dicho que les darían unos cincuenta años terrestres más antes de intervenir en su historia?
—Sí. En un principio se había pensado eso, pero el grado de depredación de los humanos sobre la misma especie humana y sobre su propio planeta, es mayor de lo inicialmente calculado. El Consejo determinó que no se arriesgará esperando que los mismos humanos hallen la solución a sus problemas, que ellos ya están muy cerca de la autoextinción, que es preciso hacer algo de inmediato y que por ello no se ceñirá a la directiva inicial de irrumpir en su historia dentro de unos cincuenta años terrestres.
—Bueno ¿y cuál es el plan de acción?
—El de siempre. Mientras nuestras tropas duermen a la totalidad de la población humana, nosotros les aplicaremos la eutanasia. Dentro de cuarenta y ocho horas, el planeta Tierra se despertará sin la especie homo sapiens y los seres más inteligentes que allí habrá entonces serán algunos simios y los delfines. El Consejo ha determinado que sin la infección humana pululando sobre el planeta, este mundo tiene buenas probabilidades de supervivencia y que en unos cientos de millones de años probablemente se desarrolle alguna otra especie más o menos razonable. Por supuesto, nuestros biólogos ya han hablado de darles un “empujón genético” a algunos simios y delfines que tienen en estudio, de otro modo el proceso se alargaría demasiado.
—¿Y qué van a hacer con lo bueno que produjeron los humanos? Me refiero a las obras de tipos como Platón, Dante, Miguel Ángel, Shakespeare, Mozart, Jesús, Buda.
—Durante los dos días terrestres que la humanidad estará en proceso de eutanasia, varias naves dispuestas en diferentes lugares del mundo, recogerán todo lo que sea importante o valioso para llevarlo a nuestro museo interestelar. Eso ya está previsto. Nada se perderá.
—¡Caray! ¡Lo cierto es que lamento el fracaso humano! Varios miles de años atrás yo hubiera apostado que la raza humana sí sería una de las especies en el universo que evolucionarían lo suficiente para alcanzar la decencia. Pero luego vinieron los siglos XX y XXI y todo se fue al diablo: Mataron, expoliaron y explotaron todo cuanto se les puso enfrente. Fue horrible.
—Es cierto. Hace un tiempo yo también pensaba que los humanos mostraban interesantes perspectivas, pero fue un error. Todos nos equivocamos.
Los extraterrestres se miraron mutuamente a lo que tal vez podrían denominarse “ojos”, y en eso que podría denominarse “ojos” asomó un dejo de algo entre la decepción y la tristeza. Uno de ellos volvió a retomar la comunicación.
—Y con esta eutanasia de especie dominante ¿cuántas llevamos?
—Según nuestros historiadores, al suprimir al “error humano” habremos eliminado unos 2.387.588 especies dominantes en más o menos el mismo número de planetas. Todas esas especies cumplieron un ciclo semejante al humano: en un principio prometían mucho, luego prometieron menos y por último —como estos pretenciosos “sapiens”— acabaron prometiendo nada. De allí nuestra intervención.
—Y tú ¿en cuántas eutanasias has intervenido?
—Con esta completo unas 6500. Tengo que mirar la bitácora para establecer el número exacto. ¿Y tú?
—Soy un principiante. Apenas si completo 23.
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