domingo, 23 de noviembre de 2008

Saltando de la sartén - Víctor Ortuño


31 de Diciembre de 2108

Ésta es la última entrada que escribiré en el diario antes de dejar la Tierra, pues dentro de dos horas un asteroide del tamaño de Texas colisionará contra nuestro planeta, barriendo cualquier signo de civilización sobre su superficie. Pero unos pocos escaparemos a otro sistema solar para perpetuar la especie. Hace un año nadie podía imaginar que podríamos hacerlo. Por fortuna ahora disponemos la tecnología para llevar a cabo esta… locura. Si hubiera ocurrido hace cien años yo no estaría escribiendo esto, aunque puede que nadie llegue a leerlo. Para escapar utilizaremos una máquina que funciona, o debería hacerlo, gracias a una teoría que escribí hace unos años. Sin embargo, tengo mis reservas. El XG3000 nunca ha sido puesto a prueba, y no me fío de los ingenieros. La teoría es perfecta pero, en la práctica podría ser otra cosa. En cualquier caso ya es demasiado tarde. Cuando los observatorios se dieron cuenta de que el objeto OSH25678, popularmente bautizado como “Oh Shit!”, se dirigía hacia la Tierra, enviaron a un grupo de perforadores de petróleo a volar esa maldita roca. Pero fallaron. ¿Quién tuvo la genial idea de mandar a esa panda de puteros a salvar el mundo? El caso es que, gracias a esa absurda pérdida de tiempo, casi no nos quedó tiempo de buscar otra solución. Por suerte alguien del Pentágono encontró mi libro “Hágalo usted mismo: Puertas Interestelares” en alguna biblioteca de barrio, y colocado por error en la sección de ciencia ficción. Lo sé, el título es horrible, pero lo puso el único editor que quiso comprarlo. En él expuse mi teoría sobre cómo viajar de un planeta a otro sin moverse. Resumiendo, digamos que el tejido que forma el espacio y el tiempo es como una hoja de papel. Si dibujamos dos puntos separados en cualquier parte del folio, ¿cuál es la distancia más corta entre ellos? No es una línea recta, como podría pensarse. Si lo doblamos de manera que los dos puntos coincidan y hacemos un agujero que los atraviese, podremos pasar de un punto a otro sin movernos. De la misma forma pretendemos doblar y agujerear el espacio y aparecer instantáneamente en Prime, el único planeta capaz de albergar vida que los astrónomos lograron encontrar. El problema es que el espacio-tiempo no se dobla ni agujerea tan fácilmente como una hoja de papel. Para conseguirlo se necesita antimateria, algo difícil de conseguir y muy peligroso a la hora de manipular. Si una partícula de antimateria entrara en contacto con la materia normal, provocaría una explosión que volaría medio estado de Nueva York. El proveedor es el laboratorio del CERN en Suiza, que lo obtiene mediante su Colisionador de Hadrones. Una vez producida se transporta, en unos contenedores de aislamiento especiales, hasta la base militar secreta de Cheyenne Mountain en Phoenix, Arizona, donde me encuentro ahora supervisando los últimos retoques en la máquina, antes de ponerla en funcionamiento. Como si fueran a suponer alguna diferencia. Si no funciona tal y como está, no funcionará nunca. 
El general Hammond me acaba de llamar por teléfono, dice que está todo listo. Debo irme, espero volver a escribir desde el otro lado.

Addendum:
 
No sé para qué me molesto en volver a escribir. Aunque supongo que la razón será aclarar las ideas antes de morir, o para entretenerme mientras llega el momento. Hay una buena noticia y una mala. La buena es que el  XG3000 funciona, hemos conseguido llegar a Prime. Aparecimos en una enorme llanura verde, donde algunas criaturas parecidas a las vacas, pero de color rojo, pastan tranquilamente ignorando a sus nuevos vecinos. El pequeño grupo de privilegiados, seleccionados para salvar la especie, ha sobrevivido. La mala noticia es que no lo harán durante mucho tiempo. Todas nuestras miradas están dirigidas al cielo, donde una enorme roca del tamaño de setecientos mil campos de fútbol, o lo que es lo mismo, casi siete millones de piscinas olímpicas, se dirige directamente hacia nosotros. ¿Qué posibilidades había de que dos asteroides destructores se fueran a estrellar al mismo tiempo en dos planetas de dos sistemas solares distintos, y que, además, casualmente fuera el que elegimos para escapar de nuestra destrucción? No muchas, si es que había alguna. Esta broma cósmica sólo puede haberla planeado alguna deidad con un sentido del humor bastante negro. Aunque, la verdad, a mí no me hace ni puta gracia...

6 comentarios:

Olga A. de Linares dijo...

¿Y no será que en el traslado se trajeron también la misma maldita piedra que querían evitar? Si es así, es hora de alegrarse: ¡han salvado al mundo!

pato dijo...

Amigo, eso les pasó por no leer las Leyes de Murphy... (si algo malo no tiene que suceder, sucederá).
Excelente cuento!
Pato

Jose Vicente dijo...

Pues sí, con esa suerte deberían de haber comprado lotería para navidad... claro que no iban a llegar a ver el sorteo, ¡lástima!

Anónimo dijo...

A ver, lo primero y más importante, el asteroide tiene el tamaño estandar, o sea, el de Texas. Y segundo, yo creo que en realidad no llegan a Prime, sino que se pliegan sobre si mismos, se pliegan sobre la Tierra pero avanzando en el tiempo, por lo que el fogonazo venidero en minutos no les dejan ver bien y las vacas les parecen rojas...
A cascarla.

Ogui dijo...

Me gusta tu cuento Víctor y la interpretación que le ha dado el extranjero, que no sé bien quién es... Pero los trasladó en el futuro una millonésima de segundo. Bueno bueno el cuento...

Ogui dijo...

En cuanto a la Ley de Murphy, que por ahí menciona pato, la Ley que se llama Ley, no un Teorema como el mencionado (que es la versión más conocida) y de la cual se deducen todas las llamadas leyes de Murphy particulares es: Mother Nature is a bitch. Donde puedes traducir bitch por perra o por otra cosa que no se debe mencionar en estos blogs a no ser que sea en la parte literaria.
Fíjate que de ahí se pueden deducir toditas las otras: Servir café en un aeroplano produce turbulencias... Si algo se cae, es valioso y, si no lo es, cae sobre algo valioso, etc...