jueves, 2 de octubre de 2008

Maldita musica divina - Yoss


La nave exploradora descubrió un nuevo e interesante planeta. Lo habitaba una raza inteligente de humanoides, aún cazadores-recolectores, y que, cosa rara, nunca silbaban ni cantaban, ni siquiera golpeaban objetos rítmicamente. ¿Ignorarían el concepto mismo de música? El antropólogo de la expedición, autor de mediocres piezas instrumentales, decidió averiguarlo. Con su sintetizador les regaló escalas y armonías cada vez más complejas. Al minuto lo escuchaba toda la tribu, en absorto silencio.
Cuando concluyó, con Tocata y Fuga en Re Menor, uno se le acercó. El científico humano le cedió su puesto, con sonrisa condescendiente. Los primeros sonidos que logró el nativo fueron disonancias atroces. Pero segundos después ya estaba tocando una animada tonadilla. Cedió su sitio a otro, que sorprendió al antropólogo repitiendo de memoria y sin equivocar una nota la obra maestra de Bach. El tercero lo hizo llorar a lágrima viva: era como el viento soplando a través de las plumas de las alas de los ángeles. Al escuchar las notas que el cuarto arrancaba a su modesto sintetizador, el hombre se desmayó: aquella era la Música de las Esferas, la Perfección Total. 
El antropólogo nunca recuperó la consciencia. Sus compañeros lo vengaron: gritando como locos para no oír aquella maldita música divina, destruyeron el sintetizador y dieron muerte a todos los nativos que pudieron. Luego abandonaron el planeta, borraron sus coordenadas de la memoria del ordenador de abordo, y juraron mantener en secreto lo sucedido, por la cordura y el bien de la humanidad toda...
Pero alguien habló, y la leyenda del mundo de los genios musicales se extendió entre los exploradores del espacio. Todavía hoy hay muchos que lo buscan. Unos pocos para aprender sus secretos. La mayoría, para destruirlo, porque no creen que esté bien que seres nacidos bajo otro sol conozcan mejor que los propios humanos los misterios de la terrible, absoluta belleza sonora, de la maldita música divina.

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