La ruta se movía a más velocidad que el auto, cambiaba de dirección, y hacia curvas extendiendo el camino como una alfombra. Ya sé que es imposible, ustedes dormían. No me cabe duda al respecto. Los llame pero ninguno se despertó. Me hubiera detenido de no ser por la sensación de estar perdido. No reconocí el paisaje. Hice cientos de veces este trayecto. Si, pueden reírse. No puede ser un sueño, no estaríamos aquí hablando. Estaríamos en la morgue de un hospital. Podía escuchar el sonido del mar, muy cerca, el olor del viento era inconfundible. Luego una sombra gigantesca cruzo el cielo y después varias más a toda velocidad. Estaba muy oscuro. Después todo volvió a la normalidad, excepto que viajaba solo y ahora somos cuatro y no tengo idea a adónde vamos ¿Ustedes si?
—No te soporto cuando empezas una novela —dijo la mujer.
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