viernes, 26 de septiembre de 2008

Páramos sombríos - Sergio Gaut vel Hartman


Una granja de órganos, abandonada. El remedio y la enfermedad son nada, si las confrontamos con el desamparo. Kurosawa vio orejas muertas, ciegas a todo sonido, y narices en las diez de últimas, tratando de ver la espira final de alguna palabra sucia. Ya estaba harto de sitios en los que cualquiera puede soltar la basura que se le antoja. Buscó la salida y divisó a una oveja aburrida y triste, que por lo visto era lo más extravagante de una granja como aquella.
—Dígame, oveja —Kurosawa no se atrevía a tutearla porque no habían sido presentados—: ¿conoce el camino a Hiroshima?
—¡Por supuesto! Dentro de diecinueve minutos pasará un buz a rayas que lo dejará en la puerta. Hay que buscar nuevos pastos, coincido con usted.
—¿Pastos en Hiroshima? —rió Kurosawa—. Allí no hay una brizna; aunque a usted esto le parezca deprimente, le aseguro que allá se moriría de hambre.
—¿Qué le hace pensar que prefiero la hierba al ladrillo? —La oveja se había puesto súbitamente reflexiva; parecía Karl Popper—. Eso es lo único que me ha dejado un agradable sabor de boca. Calle, llega el buz.
Kurosawa se agachó a tiempo porque una monstruosa abeja, más grande que un zeppelín, se arrojó desde los cielos con la despiadada voracidad de un kamikaze.

http://grupoheliconia.blogspot.com/2010/11/sergio-gaut-vel-hartman.html

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