viernes, 12 de septiembre de 2008

El domador de focas - Ramón Gómez de la Serna


Era un muchacho moreno de pelo muy abrillantado que sólo se dedicaba a domar sus focas, dándoles azotitos en las nalgas negras.
Había conseguido de las focas que tocasen la marimba, que fumasen en pipa, que escribiesen a máquina, que hiciesen punto de jersey, que tocasen la guitarra y hasta que cantasen flamenco.
Pero tanto esfuerzo hizo con sus focas, tanto se dedicó a ellas día y noche, que un día apareció arrastrándose por la alfombra convertido en foca.
Fueron a llamar al director del circo y a decirle que había salido una foca de más, pero que no se encontraba al domador por ninguna parte.
El domador de leones hizo de domador de focas aquella noche, y desde entonces el hombre convertido en foca fue la foca prodigio, la foca que dibujaba y que sabía matemáticas, la foca que recibía la primera corvina en el reparto de peces que se hacía entre número y número del largo trabajo.

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