lunes, 5 de enero de 2009

Vísperas de 2012 - Javier Alfaro Martínez


A la entrada del paraíso, junto a un enorme y polvoriento portal. El apóstol Pedro discutía con el primer hombre sobre la faz de la tierra.
–¿Adónde cree que va, padre Adán?  –le dijo Pedro con voz firme–. Sabe bien que no puede entrar aquí.
–Quiero hablar con el creador –contestó Adán–. Ya me cansé de ser un errante y ansió regresar a la gran Mesopotamia.
–Eso no puede ser  –replicó Pedro–. Hace cerca de dos mil años que se fue y nadie sabe nada de él. Ahora está al mando del reino un clon suyo llamado Jesús.
–Pues entonces hazme pasar con el tal Jesús –le dijo Adán con arrogancia.
Respondió molesto Pedro. –Tampoco puede ser posible. Está ocupado preparándose para el juicio final. Es hora de juzgar a vivos y muertos. A todos aquellos que desobedecieron las divinas leyes los llevarán a una región etérica, donde serán consumidos por el eterno fuego de la justicia. Y usted, estimado progenitor, está en esa lista –concluyó el apóstol. 

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