De pronto pienso estoy volando… ¿sin alas? Doy un respingo y compruebo que suaves manitas me sostienen; ellas no me dejaran caer, un soplo de aire azul me lleva hasta una playa, mar palmeras, sol , me depositan en una exquisita orilla donde la espuma en su movimiento marca el afuera y el adentro que cambia a cada paso. Estoy sedienta y antes de darme cuenta las manitas me llevan a un manantial; cortina de agua fresca que calma la sed de mi alma y de mi cuerpo; una increíble variedad de frutas están a mi alcance y me doy cuenta que también estoy hambrienta.
Vuelvo a la orilla de mar y me acuesto, olas pequeñitas me dan abrigo y me duermo.
El ruido de gente trabajando me despierta; es temprano, hace frio y decido quedarme un rato más en la cama mientras los albañiles de enfrente me lo permitan, me tapo la cabeza para recordar mejor mi ¿sueño?... al levantarme encuentro sobre mi mesa algunas frutas, dos caracoles en forma de corazón y algo llamo mi atención: en la puerta, justo al lado del picaporte, las marcas de unas manitas parecen saludarme.
Acerca de la autora: Paula Duncan
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