jueves, 6 de mayo de 2010

Sólo tres - Walter Böhmer


–¿A dónde vas a esta hora Isaac?
Asimov se dio la vuelta sin soltar la puerta entreabierta dejando entrar una cálida brisa.
–¿Dónde crees que puedo ir?
–No sé –respondió mientras miraba el reloj–. Son las tres de la mañana, conociéndote podés ir a muchos lugares.
–Tengo que ir al estudio, se me va la idea si no la escribo de inmediato.
Sonaron un par de pitidos dentro de él y repicó algo en su pecho como si un molino cuántico tomara velocidad.
–Sé que tengo que protegerte, pero no pienso salir de madrugada a la calle, que me metan en una trituradora si quieren –dijo y apagó la alarma que sonaba en su pecho.
Isaac cerró la puerta tras de sí y comenzó a caminar por el callejón, miles de sonidos salidos del inframundo retumbaron en las húmedas paredes y, a pesar que era una noche agradable, se subió la solapa del piloto hasta cubrir las orejas.
–Debería haber escrito más de tres leyes –se quejó y apretó el paso.

Tomado de Apología de los Miedos

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