Robaron el equipo de audio y los
candelabros y la comida de la heladera y los ceniceros de cristal de
Murano y el televisor y hasta los equipos de aire acondicionado y
robaron también la heladera misma y la mesita del televisor y el
resto de los muebles y los dólares guardados en la caja fuerte
empotrada en la pared del dormitorio y después robaron la caja
fuerte y también la pared del dormitorio y después robaron el resto
de las paredes y los cimientos que la sostenían y el techo que en
ellas se sustentaba y las cañerías de bronce que las atravesaban y
después robaron los árboles y flores del jardín y después el
jardín mismo y el terreno sobre el cual había estado construida la
casa y robaron el basamento de granito y varias capas geológicas
incluyendo una durísima, de basalto puro, y las napas de agua que en
ellas había y siguieron robando y robando hasta provocar la
irrupción de la lava en una explosión volcánica que ocultó por
completo las pruebas de sus fechorías, los terrenos circundantes, el
pueblo entero y buena parte del partido del conurbano en el que se
produjera el hecho delictivo y varias zonas de los partidos aledaños
y, merecidamente, a ellos mismos, por chapuceros, improvisados y
sobre todo exageradísimos ladrones.
Acerca de la autora:
Me encantó el modo en que la autora va construyendo este cuento hasta llegar al robo total.
ResponderBorrarMuy bueno. Felicitaciones.
ResponderBorrar¡Qué bueno!
ResponderBorrarA ver si es verdad. Si es que yo he visto lo que la autora quería ver/que ocurriese.
ResponderBorrarExcelente, la voracidad de los ladrones no tiene limites.
ResponderBorrarExcelente, los ladrones y su voracidad sin limites
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