jueves, 22 de mayo de 2014

Paralítica y sin limosna- Pamela Mella




De la nada, la sangre se te agolpa caótica, incomprensible. El más mínimo contacto se transforma en una colisión catastrófica. Me tomas, me aprietas y me llevas, sin decir nada.
Sin previo aviso viene el ataque, no me asombra, ya conozco la táctica.
La ropa es quitada sin cautela, desesperado, buscando ese tesoro útil que no amas, pero que no puedes dejar. Así te amo, sin amor.
Tu dedo se interna, con la sola precaución de haber sido remojado un segundo en tu boca, en mi poco santo canal de desagüe.  Enloqueces. Mi boca es llenada por un escupo, tu lengua rígida entra y sale, se refriega, me odia, me asesina, me ahoga. La penetración duele, bajas y escupes, lo intentas de nuevo victorioso. Te veo, me gusta. Entras con toda tu fuerza, como queriendo no dejar espacio dentro, a nada más que a ti y lo logras, estoy invadida por todos los flancos, pierdo la batalla.
Perdedora soy y me gusta serlo.
Paralítica y sin limosna.
Un par de minutos pasan lentos para mí, para ti son todo lo que anhelas. Te levantas con el rostro sudoroso, ebrio, te levantas exprimiendo mi pecho con ese desamor asqueado que te caracteriza, das el último toque torpe a tu sexo que ya lucha por fluir y eyaculas sobre este cuerpo, maldiciéndome, mascullando ese odio que es un orgasmo para mi. Te miro con desánimo, sé que no querrás un beso. Sonríes por la sensación, no conmigo. Luego ducha, comida y despedida, te vas al trabajo, para yo quedarme sola con el placer desmesurado de pertenecerte.

Acerca de la autora:  Pamela Mella

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