martes, 5 de noviembre de 2013

Flores para Fedra – Sergio Gaut vel Hartman & Carlos Enrique Saldivar


Esta adolescente nos tiene a su merced, pensó Loggart. Nuestras vidas están en sus manos.
—¿Quiere otra porción de pastel de frambuesa? —preguntó Noelia, ajena a todo lo que ocurría a nuestro alrededor.
—No, señora, gracias.
—¿No le gustó?
—Me gustó, pero no deseo seguir comiendo.
—Es bueno para drenar las arterias —insistió la mujer.
—¿Las arterias? —Loggart no lograba fijar la atención en lo que la anfitriona decía. Era como si la jovencita, convertida en una bomba de tiempo, fuera a estallar en cualquier instante.
—Así es, su sangre se tornará más cristalina.
—¿Qué? —Loggart temblaba, no quería admitir que él y los diecinueve soldados que le acompañaban se encontraban en una trampa para conejos. El teniente solamente quería retornar al campo de batalla junto con los suyos. No obstante, cuando la chiquilla le brindó esa mirada de ave rapaz, supo que nunca saldrían de ese pueblo.
—Su sangre sería más sabrosa —dijo Noelia sonriendo—. Si ya no desea alimentarse está bien. Ustedes quedaron a punto. Son mi ofrenda para Fedra.
Loggart no necesitó preguntar quién era Fedra. La leyenda de la Reina Oscura del Sur era bastante conocida. Se suponía que nada más era un mito. A llegar a la aldea, el teniente había notado que no había personas de sexo masculino.
—Sí —dijo la muchachita, adivinando sus pensamientos—. Ellas entregaron a sus hombres. De vez en cuando usan a los forasteros para procrear. Incluso me han dado a sus bebés varones.
El soldado se horrorizó, giró la vista, observó a su reducido ejército durmiendo en el salón. Noelia, satisfecha, se retiraba. El ambiente olía a cementerio.
Fedra acarició el rostro de Loggart y le pasó la lengua.
«Serás el primero, divina flor», dijo el monstruo. «Has tomado setenta y cuatro vidas, eres una dádiva exquisita».

Acerca de los autores:
Carlos Enrique Saldivar
Sergio Gaut vel Hartman