viernes, 2 de agosto de 2013

Elegía de las islas – Mónica Ortelli


Días de ocio en una eternidad de no hacer demasiado. A cadencia de remos, velas arriadas, surcas mi archipiélago de penas. No me ves y te observo: rondas cauteloso, te arriesgas dentro de mis aguas; tal vez te atrajo mi olor, pero no has oído mi canto. Patrón absoluto de tu barco, rezumas talento natural para el ritual que a mí me pierde; presiento de sólo mirarte poder amar para siempre.
En la orilla donde habita la razón, allá lejos, el humo azul me advierte, sin embargo: éste es sólo tiempo de festejos y vas a lastimarme. Pero estoy en otra orilla, aún hay rescoldos mi corazón, y la adivinación puede estar equivocada. Por eso cometo el desatino, reniego de mis promesas y, egoísta, oculto lo que te alejaría. Cuando el viento cálido levanta, desenredo las algas de mi pelo, del agua emerjo transformada. Con muslos vertiginosos, soy toda mujer ofrendada a tus ganas y estás tan obnubilado que no ves el rastro de escamas en la playa, el juego del cortejo como trampa.
Así, sucumbimos interés y deseo, la pasión recorriendo geografía de islas y de cuerpos. Frenesí contra frenesí dices quererme y como en las tempestades navegamos a la capa durante el largo tiempo en el que crece mi esperanza. Para ser la mujer del resto de tus días debes pedirme, sincero, partir contigo y se cumplirá mi anhelo: ser amada para permanecer dichosamente humana.
Hablas de irte, -ha llegado otra vez la hora de blandir espadas y tus hombres te reclaman-, pero no pronuncias las palabras, sólo prometes algún día regresar a buscarme.
Profunda herida con lamento silencioso restañada. El mar diluye mi llanto más salado, el presagio del humo fue certero; yo la equivocada. No eres quien me alejará de las islas, sino otro condenado.
Te despido y partes. La culpa quema mis entrañas mientras miro la niebla segadora que te alcanza. Pronto vuelvo a ser quien era y mi cauda me sumerge en lo profundo, donde duele el gesto azorado de tu cara, la certidumbre de saber qué hice. Triste paisaje te acompaña, barcos naufragados, túmulos de mis amantes. Y retorno a mi ocio de ninfa, mientras otro cuerpo en el abismo se deshila.


Tomado del blog Ni vara ni cuchillo
Sobre la autora:  Mónica Ortelli

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