miércoles, 13 de febrero de 2013

Lucía y el espejo - Paula Duncan


Lucia salió del baño entre nubes de vapor, la ducha reparadora le quitó un poco el frío; se preparó un té con galletitas y se metió en la cama, tratando de distraerse un poco con la tele. El día había sido terriblemente largo; la semana había sido complicada y todavía faltaban dos días para que fuera sábado y pudiera dormir dos horas más, Termino su té, apagó la tele y se arropó tratando de conciliar el sueño.
¡Cuántas cosas tiene que hacer mañana!, y no debe olvidarse de ninguna; en eso estaba cuando se quedó dormida.
No sabe cuánto tiempo después se despertó sobresaltada. Algo la hizo dejar la cama y al salir del cuarto, desconoció su propia casa; estaba en otro lugar, con un tiempo diferente, donde todo comenzaba al final, las cosa eran de colores no habituales; distintos e increíbles, donde para soñar había que estar despierto y para existir alguien debería soñarte.
Lucia pensó que todo era muy loco. La única referencia válida que tenía era un espejo, de esos antiguos que tenia la modista del barrio cuando ella era chica, en la que uno puede verse de cuerpo entero y moverlo o inclinarlo para verse mejor. Lucia se acerco a mirar en el espejo y se vio a si misma durmiendo.No entendía nada, pero extrañamente, nada la asombraba.
Comienza a recorrer ese fantástico mundo y encuentra casas donde se entra por la ventana, árboles con la raíz en la copa y hasta se hizo amiga de un gato que hablaba; al cruzar la calle que era de un material extraño y de un llamativo color rojo, vio a un señor que vendía flores y tenia; rosas azules; camelias rojas y nomeolvides amarillos; más allá una señora muy elegante con zapatillas de cristal paseaba a un par de periquitos que caminaban por la vereda, que por cierto era violeta, como si fueran perritos con collar y cadena , varios niños jugaban con una pelota cuadrada y unas niñas decían un poema al revés , le regalaron un verso escrito en papel verde furioso, pero que no lo podía leer , entonces se acordó de Alicia, buscó el espejo y al mostrarle el papel leyó un hermoso poema de amor.
Siguió caminando y después corrió porque llovía hasta que se dio cuenta que la lluvia no mojaba, solo desteñía los colores, en realidad los cambiaba así cuando paro de llover, todo tenia otro color.
Sintió sed y se tomó un jugo en la esquina de la calle roja y la calle azul ,en unas hermosas copas que se servían al revés. Siguió caminando un rato más y como se cansó se sentó en el césped de la plaza que era mullido y de colores tornasolados desde el rosa al violeta, el calorcito de un enorme sol lila con lunares celestes le daba en la cara y se adormiló, y soñó; soñó un sueño repetido un sueño que hace años la persigue y al parecer la encontró también de este lado. Un sueño de amor brillante, tanto brilla que enceguece, un sueño donde estaba ella y también el, que sus caminos paralelos al fin se cruzaron y fueron uno siendo dos.
No sabe cuánto durmió en el césped de extraño color; al parecer fue mucho tiempo y no recuerda como regresó, pero al despertar estaba arropadita en su cama y hacia mucho frío.
Pero fue un dulce despertar, se sentía plena, como si el universo al revés , de colores raros y extraños personajes, estuviera dentro suyo; desayunó, y se fue al trabajo, al llegar a la esquina; se quedo estupefacta, ahí estaba EL tal como lo había soñado, se acerco a ella, le tomo la mano, la abrazo y le dijo:" seguro alguien esta soñando nuestro amor".
Y nunca más se separaron.


Acerca de la autora:   Paula Duncan

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