domingo, 6 de enero de 2013

Succubus – Alberto Benza Gonzáles


Era muy tarde y viajaba solo en el subte. En el vagón donde estaba no había nadie más. En pleno viaje sentí que se me cerraba el pecho y, poco a poco, me iba quedando sin oxígeno. Por un momento traté de controlarme pensando que era algo psicológico, pero fue en vano. Mi pecho silbaba y me atacaba una terrible sudoración, mientras descubrí que no llevaba mi inhalador. Llegué a mi andén y logré bajar, pero me desplomé sin fuerzas y sin poder respirar. Al instante apareció una bella muchacha vestida de negro. Empezó a acariciarme la frente y dijo: “Tranquilo, yo te voy a salvar, no desesperes”. Admito que su presencia me calmó. “Cierra los ojos”, me dijo. Sentí un beso en los labios, seguido por una incisión en el cuello que en un primer momento me dolió un poco.
Ahora vendo diarios y revistas en el subte. Mi organismo no me permite salir a la luz del día. Sin embargo, en las noches, espero pacientemente devolver el favor que un día me hicieron.

Tomado de: A la luz de la luna (Editorial Micrópolis)
Sobre el autor: Alberto Benza González

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